El presidente en EUA tiene amplios poderes, pero, éstos no son poderes absolutos. Su propuesta de tomar el control de Gaza presenta enormes contradicciones y parece inviable. La cuestión acá es que comúnmente buscamos evaluar a Trump desde la lógica racional, mientras que él se mueve en otra esfera. Esto no implica que sus tácticas siempre funcionen. El caso de Gaza es un buen ejemplo para ilustrarlo:
1. Nos encontramos en la fase 1 de un cese al fuego entre Hamás e Israel. Faltan aún la fase 2 y la 3. Los términos de la fase 2 aún no son negociados. El rol de Trump para haber logrado la primera fase del acuerdo fue fundamental, pero no fue el único factor, a pesar de que él diga lo contrario.
2. Transcurrida la mitad del plazo de la fase 1, varios factores han emergido de manera muy evidente. Primero, hoy no existe una alternativa de gobierno para Gaza que no sea Hamás. Por tanto, Hamás ha reemergido con una fuerza política brutal en estos días. Segundo, tras casi año y medio de combate, Hamás conserva mucha mayor fuerza de la que se pensaba. La agrupación ha perdido quizás a unos 20 mil miembros (y a su liderazgo), pero ha reclutado al menos a unos 15 mil más. Tercero, parece evidente que, en caso de avanzar la segunda y tercera fase del acuerdo, la coalición de Netanyahu colapsaría forzando a nuevas elecciones en Israel.
3. Ese es el punto en donde llega la propuesta de Trump. Para entenderlo, es necesario considerar que un cese al fuego definitivo en Gaza es una pieza fundamental de su estrategia mayor para Medio Oriente.
4. A todas luces, parece muy poco viable una propuesta que incluya (a) desplazar a todos los palestinos de Gaza hacia otros países, (b) que Washington "tome el control" material de Gaza-por lo visto sin tropas-, (c) liderar la reconstrucción de la franja sin dinero estadounidense (o sea, mayormente con dinero árabe), y por encima de todo esto (d) erradicar completamente a Hamás de Gaza.
5. Sin embargo, hay que leer esta propuesta desde otra perspectiva. Por un lado, se trata de un regalo para Netanyahu, una oferta que los partidos ultranacionalistas de su gabinete pueden aceptar para al menos continuar adelante con las negociaciones de la fase 2 del cese al fuego. Por otro lado, Trump avienta algo que parece una bomba, que proyecta irracionalidad, pero también impredecibilidad. Un mensaje como ese -que tratándose de Trump es algo usual- desde su óptica, resulta eficaz para obtener concesiones concretas. Algo así como: "si esta propuesta te parece lunática, y me crees que estoy tan loco como para implementarla, entonces cualquier otra cosa podría parecerte aceptable". Lo importante, sin embargo, es comprender que, con Trump, estas no son estrategias cuidadosamente planeadas, sino dardos que lanza al aire, ideas que le vienen conforme avanza su conversación, o en sus palabras: su intuición. Por tanto, estas ideas no están exentas de contradicciones o factores inviables. Igual las lanza porque, en su experiencia, hay posibilidades de que muchas de estas tácticas tengan éxito.
Así que habrá que evaluar no la propuesta de Trump tal y como la efectuó, sino la forma como esa propuesta evoluciona en las próximas semanas, y observar si esas propuestas realmente logran salvar las contradicciones que presentan o bien, si no acaso, por el simple hecho de proponerse, hacen colapsar el cese al fuego. Para ponerlo simple, aunque se besen y se abracen, las visiones de Netanyahu y su gabinete, hoy chocan directamente con las que Trump tiene para la región. Por ende, la bomba que el presidente estadounidense lanzó a lado del primero, es apenas una aspirina que ayuda a Bibi a patear el bote, unos días al menos.
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