Protagonistas. El encuentro entre Julieta y Romeo es de las escenas más célebres del primer acto.
Serguéi Prokófiev fue necio a la hora de llevar al escenario las partituras del ballet Romeo y Julieta. A finales de 1934 (según la biografía de Harlow Robinson), se le propuso componer su primer ballet para el teatro soviético. El argumento se basaría en la célebre tragedia de William Shakespeare, sobre la historia de dos jóvenes enamorados, en un contexto ambientado en la Verona marcada por los conflictos entre dos familias: los Capuleto y los Montesco.
El compositor tenía altas expectativas sobre esta obra, la escribió en partitura para piano. Fue en 1936 cuando, en Moscú, pudo estrenar la Primera Suite Sinfónica de Romeo y Julieta. Se narra que se encontraba frustrado por todavía no poder llevar el ballet a escena, por lo que reunió dos suites de la partitura original. El ballet completo pudo estrenarse hasta 1940, en el Teatro Kirov de San Petersburgo, con un libreto a tres actos escrito por Piotrovski, Rádlov, Lavrovsky y el propio Prokófiev.
Algo similar pudieron apreciar los laguneros durante la noche de este viernes en el Teatro Nazas, gracias a la presentación del ballet Romeo y Julieta, a cargo de la compañía Russian State Ballet Mari El, bajo la dirección del maestro Konstantin Ivanov.
A partir de la tercera llamada, que se dio pasadas las 20:30 horas, el público pudo apreciar algunas de las escenas más célebres del primer acto: el enfrentamiento a espadas entre los sirvientes de las familias, Julieta jugando con su nodriza en casa de los Capuleto, el llamado baile de los caballeros, el encuentro de Julieta en el baile con un Romeo enmascarado, la pelea que se evita y la consumación del amor en el balcón entre los amantes, para cerrar la primera hora.
Los bailarines mostraron su destreza en el escenario, ejecutando giros, pirouettes, pilés, relevés, y demás posiciones. La música de Prokófiev se ejecutó con pista y se contó con una escenografía que mostró el relieve de un castillo.
Y es que el drama cayó para los amantes. Julieta debía casarse con Paris, pero esta no lo aceptó; su corazón le pertenecía a Romeo. Al final del tercer acto, tal como en la obra shakespeariana, los amantes se quitaron la vida en nombre de un amor que continuó bailando. Fue hora de que las familias se reconciliaran. Cayó el telón, se escucharon los aplausos. Lo que pudo ser y no fue, siempre será.
