El día 3 de marzo de 2013 fue declarado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como el Día Mundial de la Naturaleza, con énfasis en la protección de las especies de flora y fauna amenazadas por el tráfico ilegal que por desgracia sigue vigente. Las especies silvestres son parte de los ecosistemas naturales en los cuales encuentran las condiciones más adecuadas (hábitat) para vivir y reproducirse. Pero no sólo la vida silvestre se beneficia de los ecosistemas, el bienestar humano depende de ellos también.
Los ecosistemas a través de los servicios ambientales ofrecen beneficios esenciales para el bienestar humano como la purificación del aire y el agua, la regulación del clima y la provisión de alimentos.
Existen diversos tipos de ecosistemas, como los bosques, pastizales y matorrales o como los ríos, lagos y océanos. Indican los ecólogos que cada uno de estos ecosistemas desempeña un papel crucial en el equilibrio ecológico, regulando los ciclos de materiales, flujos de energía y sustentando la biodiversidad, que aún nos queda. Esto se expresa en la regulación del clima, en la calidad del aire, en la captura de carbono y en el mantenimiento del equilibrio de los gases atmosféricos. Además, regulan los flujos de agua evitando inundaciones y sequías, y proporcionan suelos fértiles para la producción agrícola.
Todo esto lo hacen los ecosistemas y no nos damos cuenta, cuando mucho y está por verse, nos damos cuenta de la capacidad de provisión de los ecosistemas: de los alimentos, agua, madera, bebidas etílicas y materias primas para muchos procesos, además una gran cantidad de medicamentos se obtienen de la biodiversidad de los ecosistemas: aproximadamente el 50% de los medicamentos innovadores son derivados de productos naturales, principalmente de plantas.
¿Pero que pasa con los otros servicios ecosistémicos que no son tangibles pero que sin embargo determinan la vida en el planeta? Me refiero a la regulación del clima a través de la captura y retención del carbono y de las corrientes oceánicas y atmosféricas.
Localmente a través de la evapotranspiración de los bosques, pastizales y matorrales que nos defienden de olas de calor que podrían ser aún más extremas. No es fácil percibir estos servicios ecosistémicos, pero cuando nos encontramos en medio de una pequeña crisis como la que ocasionó la helada negra del 4 de febrero del 2011 que en dos días convirtió el escaso verde de nuestras calles y plazas en un color marrón de sequedad y mortalidad vegetal, entonces surgieron preguntas en algunos círculos: ¿si los árboles que nos rodean murieron, ahora que generará el oxígeno que necesitamos para respirar? La respuesta que entonces se dio fue que los ecosistemas naturales como los bosques y matorrales que se encuentran en torno a las ciudades generarían el oxígeno que necesitamos y no habría mayor problema. Desde luego me refiero al bosque ripario del Cañón de Fernández y al bosque de pino encino del picacho de Jimulco y a la gran matriz de matorral desértico que nos rodea.
Sin embargo, las cosas no pintan bien a ningún nivel, la destrucción de los ecosistemas está ocasionando la pérdida de la regulación y de mejoramiento de nuestro ambiente. Para que nos demos una idea de lo que esto significa la purificación del aire requiere de muchas plantas fotosintetizando, si ponemos el dato en número de árboles, se requieren 22 árboles para suplir la demanda de oxígeno de una persona en un día. Si seguimos con este mismo tema la cosa se pone peor cuando recientemente nos enteramos de la gran cantidad de contaminantes que se encuentran en el aire y que lo más simple que provocan son alergias muy agresivas.
Si se ha perdido la capacidad por parte de los ecosistemas para mantener el equilibrio de gases en la atmósfera, se perderá también la capacidad de regular el clima y por ende de la temperatura y las sequías. La pérdida del equilibrio ecológico termina por ahora en el cambio climático que ya lo tenemos encima, frente a estos graves problema globales y locales emergen como una tabla de salvación las áreas naturales protegidas que pueden convertirse en los escudos que necesitamos para enfrentar la crisis. El Área de Protección de Recursos Naturales Ríos y Montañas y la Reserva Ecológica Sierra y Cañón de Jimulco son por ahora nuestra mayor fuente de resiliencia, gracias a la Protección de la biodiversidad que ahí se realiza garantiza la provisión de servicios ambientales. Coadyuvemos todos en esta dirección, evitemos las manadas de esos carritos caros todoterreno en nuestras áreas Naturales Protegidas.
En la segunda parte de este artículo analizaremos el caso del agua empleando el mismo enfoque.