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El actor lagunero Raúl Adalid reflexiona sobre el mensaje del Día Mundial del Teatro

El actor lagunero analiza el mensaje de Theodoros Terzopoulos en el Día Mundial del Teatro

El actor lagunero Raúl Adalid reflexiona sobre el mensaje del Día Mundial del Teatro

El actor lagunero Raúl Adalid reflexiona sobre el mensaje del Día Mundial del Teatro

SAUL RODRÍGUEZ

El mensaje de este año sobre el Día Mundial del Teatro le ha cimbrado emociones. Raúl Adalid, actor y director lagunero con amplia trayectoria, afincado en Ciudad de México, ha hecho un espacio en su agenda con el fin de reflexionar sobre esta jornada especial para las artes escénicas. Su aportación no sólo aborda el discurso emitido por el griego Theodoros Terzopoulos, sino también otorga un pequeño homenaje a sus maestros y a aquellos pioneros del ejercicio teatral en La Laguna.

Instaurado en 1961 por el Instituto Internacional del Teatro (ITI), el Día Mundial del Teatro se celebra cada 27 de marzo y, debido a la fecha, se elige a una figura del arte escénico internacional para que emita un mensaje. En esta ocasión, Theodoros Terzopoulos, reconocido director griego de teatro, fue el encargado de tomar la palabra. Su discurso ofrece un cúmulo de interrogantes sobre el teatro: “¿Puede el teatro convertirse en una parte activa del ecosistema?”, “¿Pueden los ojos del teatro iluminar el trauma social y dejar de arrojar luz engañosamente sobre sí mismo”, entre otras. A Raúl Adalid esto le pareció motivador y profundo.

“Detener de repente las agujas del reloj para meditar qué es lo que has caminado dentro del sendero teatral, siempre vale la pena. Y más en este Día Mundial del Teatro, que generalmente se recurre a presencias lúcidas que den su pensamiento acerca del tema, es interesante siempre reflexionarlo por medio del pensamiento de un compañero teatral. En este caso, como te decía, me parece uno de los mensajes más lúcidos que he leído en los últimos tiempos”.

Adalid comenta que, en el momento en que se hayan respondido todas las preguntas como generador de teatro, ya no habrá nada que decir, pues una de las funciones principales del teatro es abrir la interrogante shakespeariana de “¿ser o no ser?”. Tomando al teatro como un vehículo de comunicación, el creador escénico debe cuestionarse a sí mismo qué tanto es o no es dentro de su responsabilidad humana.

“Creo que por ahí va la pregunta que nos abre Terzopoulos. Yo siempre la trato de responder con una gran frase de un gran teólogo y sacerdote jesuita, Jean Pierre de Caussade: ‘Feliz el que no se responde todavía’. Y me gusta mucho ese precepto”.

Otras preguntas que propone Terzopoulos giran en torno a qué tanto está haciendo el teatro en estos momentos tan complicado, donde el ser humano está tan ensimismado, temeroso a la comunicación y atrapado en el mundo digital, sumando la situación de las guerras en Ucrania y Gaza, además de las crisis de política y violencia que viven países como México.

“Él abre el cuestionamiento al daño que hace, precisamente, estar encerrados, tan presos nada más en esta comunicación virtual aparente, porque nos va secando la posibilidad de asombrarnos, de preocuparnos por estas cuestiones que mencionas. Ya no sentimos nada, porque es tal el asedio de noticias que vemos y lo que está pasando con el celular, con las diferentes plataformas, que ya no nos permitimos el tiempo de vivir el aquí y el ahora, y decirnos que algo está mal en ester mundo, ¿qué está pasando con todo esto que vivimos?”.

Terzopoulos enfatiza respecto a la supervivencia del teatro a lo largo de los siglos. Recurre al origen de este arte y resalta la labor de la mitología; acude al dios Dionisio y cita a Heiner Müller, al afirmar que el mito es una máquina a la que se le puede agregar nuevas y diferentes máquinas. Lo hace para encontrar nuevos caminos comunicantes sobre el escenario.

“Con su grupo de teatro que tiene en Atenas, en Grecia (Teatro Attis), prepara actores para que sean capaces de dar un nuevo mensaje teatral, nuevos rumbos de lenguaje, de comunicación por medio del teatro. Entonces recurre a los orígenes para dar un teatro moderno, que nos lleguen nuevas posibilidades de cuestionarnos. Esa es la función del teatro, ese es el arte de la vida, donde el espectador tiene la oportunidad de ver un espejo, un mirador para ver las distintas conductas humanas. Desgraciadamente, en la vanidad y el narcisismo que vivimos tanto en nuestro medio artístico hacen que nos olvidemos de la función verdadera del arte, que es un compromiso para decir cosas, abrir cuestionamientos, para que haya comunicación”.

Tras esta lectura, sin olvidar a grandes referentes laguneros como Rogelio Luévano, Raúl Adalid considera que el futuro del teatro consiste en precisamente encontrar nuevos lenguajes, capaces de cimbrar al público preso de la imagen digital. Si los fundamentos del teatro son la palabra y la acción, es imprescindible dar con propuestas frescas, y competentes para desafiar y abrazar al ciudadano contemporáneo, siguiendo el concepto de la cuarta pared de Grotowski.

“Que sacudan, que digan cosas, pero dentro de una modernidad”.

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