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El amor en la nuevas generaciones, desde el punto de vista de la sociología
Conforme pasa el tiempo el amor se va reconfigurando y las relaciones de pareja no son duraderas, incluso se puede decir que son desechables, aunque no necesariamente eso está mal, ya que otras épocas los matrimonios que duraban toda la vida no significaba que fueran felices, incluso había un círculo de violencia, considera el sociólogo y catedrático de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), Fernando Araujo.
Incluso dice que, el sociólogo y filosofo Zigmunt Bauman, en su libro: “El amor líquido” se refiere al continúo cambio social que influye en las relaciones interpersonales y que cada vez más están basadas en lo inmediato, lo fugaz y las nuevas formas de amar, están relacionadas con el consumismo, el uso de la tecnología.
“En su libro, él nos dice que, así como las formas de consumo se han resignificado, también el amor, que, así como tenemos productos que son desechables, también las relaciones sentimentales son desechables o no son duraderas, así como el teléfono te dura dos años, las relaciones también son en ese marco y por qué nos lo dice, pues porque estamos en una constante transformación y comunicación y que en ese sentido no estamos satisfechos”.
El catedrático insiste en que las formas de ver el amor en las nuevas generaciones, no necesariamente está mal, porque de alguna u otra manera se permiten encontrar a las personas ad hoc a sus intereses, a su identidad, porque es importante reconocer que, en la época de nuestros abuelos o papás las parejas duraban 20 o 30 años de matrimonio, pero bajo ciertos espejismos y ciertas situaciones de violencia, porque había esa posesión de la persona y no necesariamente amor.
También reconoce que la hipercomuncación que permite la era de la digitalización, propicia la libertad sexual, incluso se utilizan las aplicaciones para buscar parejas, en donde en muchos casos se busca el encuentro efímero, pero hay que ser muy cuidadosos para evitar ser víctimas de algún acto de violencia o de inseguridad.
“Platicaba con alguno jóvenes de la universidad y ellos asimilan que antes de dar el paso a un noviazgo se tienen que trazar como algunas estrategias de afectividad previo a consolidar una relación y les llaman quedantes, es decir conocerse antes de dar el siguiente paso y eso es muy congruente con el contexto donde vivimos, prefieren ver si son afines y es un grado de la responsabilidad, diferente a lo que ocurría en las anteriores generaciones”.
Ahora pensado en la celebración del 14 de febrero, el profesor Araujo manifiesta que ciertamente está basado en el consumismo y hasta cierto punto en la presión social; para los que no tienen pareja podría repercutir en su estado de ánimo y para los que si tienen pareja, pero que no tienen el suficiente recurso económico, hay una presión de que tienen que llevarle a la novia o al novio algún regalo, cuando lo puedes hacer cualquier día y no necesariamente el Día de los Enamorados.
También hay presión social en la medida de que los jóvenes se ven comprometidos que deben hacer público que tienen una pareja.
“En esta sociedad de consumo, como lo dice el libro; El amor líquido, la mejor manera de demostrarle el amor a alguien es con regalos ostentosos, se cree que entre más consumes más quieres a tu pareja y no necesariamente va por ahí”.