El Ártico es la última región del mundo cuyos límites geográficos están aún por definirse. Lejano, el círculo polar ártico ocupa el 6% de la superficie del planeta con 16,500,000 km2. Cinco de los ocho Estados árticos: Estados Unidos, Rusia, Canadá, Dinamarca y Noruega reclaman, desde hace tiempo, derechos de propiedad y explotación sobre distintas extensiones alrededor del polo norte. Los otros tres países nórdicos, Suecia, Finlandia e Islandia no participan ni son en la práctica parte de dichos reclamos, pero siguen con enorme interés las pretensiones de reparto territorial aun cuando no tienen salida directa al Océano Glacial Ártico.
En fechas recientes China también ha entrado en la escena, interesada en las grandes reservas de recursos naturales, principalmente riquezas pesqueras y minerales que se presumen vastas e importantes, las cuales yacen debajo de capas de hielo. China, al amparo de un supuesto estatus de "país cercano al Ártico" y del reciente convenio de amistad sin límites con Rusia, ha venido realizando, con mayor frecuencia, misiones científicas de exploración, porque al igual que la India y el Reino Unido tampoco está dispuesta a quedarse atrás.
Hoy persisten intensos debates sobre dónde empieza y termina la plataforma continental de cada uno de los Estados árticos y la delimitación de las zonas de aguas internacionales. El Ártico, ahora más que nunca, constituye una región fundamental de confrontación geopolítica de importancia estratégica. Según el Departamento de Defensa estadounidense podría albergar al menos el 13% de las reservas mundiales no exploradas de petróleo y el 30% por ciento de yacimientos potenciales de gas natural, así como grandes reservas de bauxita, níquel, platino, estaño, tungsteno, paladio, molibdeno y tierras raras, entre otros metales críticos. El 20% de los diamantes del mundo provienen del Ártico. Esos debates y discusiones, al igual que los conocimientos y datos científicos son asunto y materia del Consejo del Ártico y de la Comisión de las Naciones Unidas sobre límites de la plataforma continental.
Pero el Ártico es sumamente importante no sólo por sus materias primas; también despierta muchísimo interés por su relevancia estratégica como plataforma de predominio militar, naval y aéreo, y, en un futuro cercano, como vía marítima de comercio, ya que se estima que a partir de 2040, de mantenerse los niveles presentes de calentamiento global, el Océano Glacial Ártico será plenamente navegable en verano, acortando significativamente las distancias y rutas entre Asia, Europa y América del Norte.
Estados Unidos, en esta región, ha intensificado su confrontación abierta con Rusia. El año pasado dio a conocer un nuevo marco conceptual y una renovada estrategia para el Ártico, la cual establece como "derecho y obligación" de sus buques de guerra establecer un dominio efectivo sobre lo que denominan "las latitudes septentrionales", incluidas las rutas de navegación en las aguas árticas bajo control de Rusia. Esta respondió rápidamente haciendo una exhibición de fuerza: por primera vez su armada, mostró como parte de las maniobras militares permanentes que lleva a cabo en el Ártico a tres submarinos nucleares, dotados con misiles, rompiendo la capa de hielo de metro y medio de grosor, emergiendo de manera simultánea a la superficie del mar congelado, en un área de apenas 300 metros de radio. Igualmente, cazabombarderos rusos han efectuado repostaje de combustible en pleno vuelo sobre el polo norte y submarinos nucleares han lanzado varios torpedos bajo el hielo, alcanzando con éxito los blancos fijados buscando probar la eficacia de sus naves y armamentos en latitudes altas y temperaturas bajas, a manera de advertencia a Estados Unidos y sus aliados noratlánticos. China acaba de actualizar su estrategia para el Ártico formulada en 2018.
Todo lo anterior contrasta de manera evidente con el polo sur y la región de la Antártida, con sólo el 2.75% de la superficie terrestre, la cual está regida mediante un acuerdo internacional, vigente desde 1961 y del que 53 países son parte. El tratado estableció que el circulo Antártico, el deshabitado quinto continente, es una enorme reserva natural para fines exclusivamente científicos y de paz, en donde está prohibida cualquier actividad militar, excepto las de apoyo logístico para dichos fines exclusivos, y en donde también están prohibidas tanto la realización de actividades y explosiones nucleares como la descarga de materiales tóxicos y desechos radioactivos.
Acontecimientos recentismos han puesto de manifiesto el creciente interés y la importancia de las regiones polares. Hace unas cuantas semanas se registraron escaramuzas entre aviones cazas estadounidenses y rusos, con la presencia también de aviones de combate chinos, en torno a Alaska y en las cercanías de las islas Aleutianas.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, acaba de concluir, apenas la semana pasada, una publicitada visita histórica a la Antártida, que incluyó varias estaciones científicas entre ellas las de Australia, Estados Unidos y Nueva Zelandia, donde destacó la necesidad de mantener una estrecha colaboración científica y cooperación pacífica. Chile lleva a cabo investigaciones en la región norte y oeste. Es uno de los siete países que mantiene reclamos territoriales en la Antártida, junto con Argentina, Australia, Francia, Nueva Zelandia, Noruega y el Reino Unido. El hijo de Donald Trump llegó ayer a Groenlandia, un territorio ártico autónomo de Dinamarca, el cual, desde hace tiempo, es objeto de los absurdos deseos de adquisición del Presidente electo de los Estados Unidos.
El nuevo gobierno de México y las instituciones académicas interesadas en la comprensión de los cambiantes escenarios geopolíticos actuales no pueden darse el lujo de desatender las regiones polares.
@JAlvarezFuentes
