Una de las grandes batallas que enfrentamos como pueblo, es intentar superar la emocionalidad con la coherencia, pero afortunadamente, el beisbol funciona no sólo como una alternativa de entretenimiento, sino también como un instructor, ya que es la disciplina profesional más rigurosa, tanto emocional como mentalmente.
Se juega un mes de partidos simulados cada día para prepararse para seis meses de partidos reales diarios y determinar quién podría jugar otro mes de partidos, casi a diario, para definir al campeón, y si logras superar todo eso, no sólo como equipo, sino como aficionado, sin dejar que tus emociones te dominen ni una o diez veces, técnicamente te habrás ganado un certificado de enseñanza de meditación trascendental.
Los demás reaccionamos de forma exagerada, sobre todo el fin de semana de estreno, y para demostrarlo, se ve a gente haciendo declaraciones atrevidas basadas en pequeñas muestras, donde algunos tienen razón, pero otros se pasan de la raya, y así, mencionar que los Yankees hacen trampa con estos bates, pero los aficionados no fueron los únicos desconcertados por los inusuales bates “torpedo” de los Yankees, ya que se trató de un tema candente en todo el mundo del beisbol, incluidos los jugadores.
Este fin de semana, todos aprendimos más sobre la Regla 3.02, que establece que los bates no pueden tener más de 2.61 pulgadas de diámetro y 42 pulgadas de largo, pero los bates que usan los llamados Bombarderos del Bronx, pueden parecer raros, pero son perfectamente legítimos y tampoco fueron la clave del fin de semana espectacular de Aaron Judge, quien conectó sus cuatro jonrones con el mismo tipo de bate que usó para pegar 62 tablazos de vuelta entera en 2022 y 58 el año pasado.
Y no es que los Cerveceros hayan perdido a un bateador importante y una figura clave en el vestuario como Willy Adames durante la temporada baja, ni tampoco que se les haya ido el cerrador Devin Williams, y no es que sus lanzadores, especialmente Néstor Cortés, fueran piñatas humanas para los Yankees y sus bates (tanto nuevos como veteranos) este fin de semana.
Pero cambiando de tema, a los Guardianes, afortunadamente lo que se sabe sobre el esguince de muñeca derecha que José Ramírez sufrió el fin de semana, indica que es manejable, pero sabemos que la rapidez de manos y muñecas del antesalista de Cleveland es uno de sus atributos más importantes, independientemente de los separadores de esta superestrella de baja estatura.
Y apenas vamos a tener una semana de actividad del beisbol de la Gran Carpa en la Unión Americana y Canadá, cuando nos hemos enterado de que el jugador de los Bravos, y que, hasta el pasado martes la escuadra de Atlanta no había podido ganar un juego en la naciente temporada, Jurickson Profar, le han recetado un ponche y con el rancho ardiendo al ser suspendido 80 juegos, después de dar positivo por Gonadotropina Coriónica (hCG), una sustancia para mejorar el rendimiento que viola el Programa Conjunto de Prevención y Tratamiento de Drogas de Major League Baseball.
La suspensión para Profar, de 32 años y quien firmó un contrato de tres años y US$42 millones con los Bravos en enero, se extenderá hasta finales de junio y si los Bravos clasifican para la postemporada este año, el exjugador de los Padres no será elegible para participar, y otra de las complicaciones que tiene el manager Brian Snitker, independientemente de tener que reemplazarlo en el jardín izquierdo, los Bravos necesitarán encontrar a alguien más para ocupar el primer lugar de la alineación, hasta que el venezolano Ronald Acuña Junior regrese de su lesión.
El jugador nacido en Curazao, conectó 24 jonrones, que ha sido el tope de su carrera y registró un OPS de .839 con San Diego el año pasado, donde el pelotero de ya casi 13 temporadas en el mejor beisbol del mundo, se fue de 153 y recibió una base por bolas durante la serie inaugural de cuatro juegos de este año, en Petco Park. Y como dijo Juan Gabriel: “PERO QUE NECESIDAD”