Se fue el 2024, pero no se fueron los problemas de Santos Laguna, que inicia el 2025 con varias asignaturas pendientes, que se resumen, hasta cierto punto con relativa simpleza: armar un equipo competitivo de verdad.
Y como el inicio del año es época de nuevas metas y buenos propósitos, es de suponerse que la afición santista esté esperanzada en que con la llegada de Aleco Irarragorri a la presidencia del club, esos buenos propósitos se conviertan en realidad; pero, como dice el dicho, “el infierno está empedrado de buenas intenciones”, entonces habrá que ver cómo se van dando las cosas en la tan cacaraqueada reestructuración que todos los aficionados guerreros esperan y desean.
Sin embargo, el receso invernal después de la reciente finalización del Apertura 2024 ha transcurrido sin que la directiva lagunera anuncie la llegada de refuerzos que puedan marcar una verdadera diferencia para el cuadro lagunero en cuanto a sus últimas y muy lamentables actuaciones de los últimos torneos ligueros en la Liga MX.
Tres jugadores han sido incorporados al equipo; pero, salvo el beneficio de la duda que indudablemente merecen, no parecen ser soluciones reales a la problemática del conjunto lagunero, que no es otra que la falta de talento y calidad de su plantel.
Los jugadores que se incorporan al conjunto lagunero son: Javier Abella, que retorna al equipo procedente de Bravos de Juárez; Cristian Dájome, colombiano que jugaba en el DC United de la MLS; y Javier Güémez, que militó en el San Luis la campaña pasada; pero se trata de jugadores cuya calidad no supera la del promedio de los jugadores de la Liga MX.
Son hombres cuyas cualidades, en los casos de Abella y Güémez son conocidas, pero limitadas, no podemos esperar de ellos más de lo que ya han exhibido en otros cuadros del fut mexicano en los que han militado; inclusive Abella ya jugó en la escuadra santista, y si bien llega a cubrir un hueco que el equipo comarcano ha padecido en la lateral derecha, no se puede pensar que su sola inclusión le dé una solidez suficiente al cuadro bajo de los guerreros; por lo que respecta a Güémez, se trata de un medio de contención, un recuperador de balones para la cintura del once verde, que curiosamente ya contaba con varios elementos en esa posición, pero al parecer de poca confianza para Fernando Ortiz, el nuevo técnico guerrero.
De Dájome se puede decir muy poco, solo que juega de media punta, que es rápido y encarador, pero es más una incógnita que una realidad para el ataque lagunero.
Hay tres posiciones en las que la oncena guerrera mostró muchas carencias: la defensa central, el medio creativo y el eje de ataque, pero no son las únicas deficiencias que Santos tuvo en el pasado torneo, también adoleció de gente que retuviera la posición del balón en su media cancha y que lo distribuyera con propiedad.
El tiempo pasa, el inicio del torneo se acerca y no llegan verdaderos refuerzos a una escuadra que ni siquiera tiene un líder en la cancha, que de alguna manera pueda conducir los hilos de Santos Laguna en este futbol nuestro de cada día.