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El nuevo desafío

Luis Rubio

No hay desafío mayor que el de la relación con Estados Unidos, asunto no sólo crítico por obvias razones, sino recurrente a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, la verdadera pregunta no es sobre lo que Trump quiera, sino sobre lo que México requiere: dos perspectivas muy distintas. Trump ha sido muy claro en lo que él quiere de México y ha amenazado con emplear instrumentos heterodoxos, como los aranceles, para imponerse. También sabemos que lo que más le gusta es ganar. Entonces, la pregunta que me parece pertinente es cómo hacerle para que él gane algo grande que a la vez ayude a que México avance y resuelva, o contribuya a resolver, algunos de los problemas críticos que el país enfrenta.

La evidencia al día de hoy no es encomiable. En lugar de intentar entender a Trump, tanto en sus formas y naturaleza como en sus objetivos sustantivos, el gobierno se ha dedicado a enfrentarlo o a tratar de torearlo. Mientras México titubea y persiste en su ciclo perverso de ofenderse, argumentar, reclamar, eludir, temer y volver a ofenderse, los canadienses -el país entero- le van dando forma a los cimientos de una relación constructiva. ¿Quién avanza más?

La estrategia, si así se le puede llamar, de defensa y resistencia claramente no funciona. El gran general prusiano Von Moltke ya lo decía: "Ningún plan de guerra sobrevive el primer contacto con el enemigo". En contraste con ese gran estratega, que abogaba por una adaptación constante en el terreno de la realidad, el gobierno mexicano se apega a sus prejuicios y, en lugar de salir del atolladero, sigue cavando el hoyo en el que se encuentra. La realidad no se va a ajustar a las preconcepciones gubernamentales, por lo que no hay alternativa que cambiar la estrategia o, más bien, desarrollar una estrategia idónea para las circunstancias.

En lugar de adaptarse, la propensión ha sido a corregirle la plana a Trump y a reaccionar de manera intempestiva ante las declaraciones de diversos políticos canadienses. En ambos casos, el gobierno mexicano proyecta tanto su ignorancia como su indolencia. Trump dispara desde las rodillas e identifica las debilidades de su contraparte; cuando observa resistencias, ataca de nuevo. Por su parte, los políticos canadienses, esa especie rara que sí le tiene que rendir cuentas a su electorado, actúa a nivel local como en cualquier democracia que se respete. Es absurdo confrontarlos en diatribas callejeras. Sería mejor identificar los intereses nacionales y desarrollar una estrategia para avanzarlos.

Una estrategia susceptible de evitar costos y a la vez avanzar hacia la solución de los problemas que nos aquejan implicaría comenzar por eliminar prejuicios para enfocar los asuntos de fondo. Primero que nada, entender a los actores en juego: Trump es transparente y, dado que ya fue presidente, hay amplia evidencia de lo que le importa, cómo responde y qué funciona con él. Canadá ha hecho su tarea y le está funcionando. Sería más útil aprender de ellos que acusarlos de traidores. En segundo lugar, sería necesario reconocer, y aceptar, que mucho de lo que Trump dice de México es veraz. Puede no gustarnos que alguien del exterior diga que hay criminalidad en México, que los carteles controlan vastos territorios o que hay mucha corrupción, pero está canijo negarlo...

La propensión a envolvernos (todos) en la bandera es enorme, pero poco productiva. Más útil sería aceptar la problemática para enfrentarla con seriedad. De esta forma, en tercer lugar, lo crucial sería preguntarnos cómo podemos apalancar el actuar de Trump para avanzar soluciones que México sí necesita. Es decir, en lugar de reaccionar visceralmente, sería más productivo y útil ir con Trump con un plan bien concebido y plantearle soluciones conjuntas: los problemas que México enfrenta nos rebasan y agradeceríamos tu ayuda, pero los aranceles -o tus drones- serían contraproducentes. En vez de eso, seguiría el planteamiento, nos sería más útil una estrategia conjunta de seguridad, una política comercial común (de los tres países) para enfrentar el desafío chino. De la misma manera, es necesaria una visión acordada sobre las causas de la migración y la necesidad de ordenar la demanda de trabajadores que hay en la economía americana y, por el otro lado, solución a los factores que llevan a los migrantes a abandonar su lugar de origen.

Con esto no pretendo definir las soluciones, sino proponer que es urgente un cambio en la manera de concebir la problemática que enfrenta el país ante la inminencia del cambio de gobierno estadounidense, nuestro vecino y principal fuente de crecimiento económico. La esencia no es lo específico, sino la disposición a aceptar que hay problemas en México que demandan soluciones y a ver al gobierno de Trump como una oportunidad para enfrentarlos de manera conjunta o con su apoyo (directo, logístico o con equipo especializado). El punto es que es urgente abandonar la actitud de víctimas para reemplazarlas por una de "cómo lo resolvemos".

Yogi Berra, el gran beisbolista, decía que se "se puede observar mucho con mirar". En lugar de preocuparse por Trump, mejor entenderlo. O, como escribió Camus en La peste, el destino exige asumir el reto: "Hay en esta tierra pestilencia y víctimas, y es preciso resistirse a estar con la plaga".

ÁTICO:

La llegada de Trump a la Presidencia de EU ha sido vista como una catástrofe, cuando es un hecho con el que México tiene que lidiar.+

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