La espiral de lumbre en California no solo se debió al cambio climático, intervino un factor humano con un trasfondo político.
El novelista Gore Vidal tomó su nombre de pila de su abuelo, el senador ciego Thomas Gore, quien le reveló las claves del universo político en Washington. Desde muy joven, el escritor entendió que no hay forma de llegar al poder en Estados Unidos sin depender del dinero ajeno. "Dime quién te financia y te diré quién eres", tal es el dictum de una contienda basada en donaciones privadas. Por ello Vidal señaló que la recaudación no es otra cosa que un soborno.
La pasada elección de Estados Unidos costó cerca de 5 mil 500 millones de dólares, 277 millones de ellos aportados por Elon Musk. No hay duda de a quién debe pleitesía Donald Trump: en su discurso inaugural los supermillonarios ocuparon un sitio más relevante que los miembros del gabinete. La primera dama usó un sombrero que le cubría los ojos. No vio lo que sucedía, pero el resto del mundo contempló un espectáculo que llegó a su clímax gestual cuando, poco después, Musk hizo el saludo nazi: "¡Fuera máscaras!". Bienvenidos a una toma de posesión abiertamente imperial, clasista y discriminatoria. La única ventaja de ese despropósito era que carecía de ambigüedades. El Diablo, que tantas veces llega con un atractivo disfraz ("y una delicada nariz", añade Freud), se vistió de Diablo.
Lo que sucedió en Washington fue tan obvio que vale la pena hablar de algo menos claro. En California una tormenta de viento propagó las llamas hasta causar un tornado de fuego. La espiral de lumbre se atribuyó a efectos combinados del cambio climático, como la sequía y los vendavales. Sin embargo, es necesario añadir otra causa: el deterioro del equipo de las tres grandes compañías que operan en la región, Pacific Gas & Electric (PG&E), San Diego Gas & Electric (SDG&E) y Southern California Edison. Casi siempre, los desastres naturales afectan a la población menos favorecida. En este caso no fue así porque las chispas letales y los cortocircuitos aparecen con más frecuencia en los sitios donde hay sobrecarga de electricidad: a mayor consumo, mayor riesgo. El periodismo de farándula ya informa de las numerosas celebridades que perdieron sus casas.
En efecto, los bosques estaban secos y el viento soplaba, pero las compañías eléctricas no garantizaban un suministro seguro. Como tantas veces, el factor humano tiene un trasfondo político.
En la plataforma Cal Matters, Alejandro Lazo informó que "el deterioro del equipo sólo ha causado el diez por ciento de los incendios estatales, pero esos incendios representan casi la mitad de los más destructivos". En 2017, fallas en las instalaciones de PG&E provocaron 16 fuegos, y en 2018 el "Camp Fire" que cobró 85 vidas en Paradise. La compañía asumió la responsabilidad de 84 muertes y se declaró en bancarrota, pero fue rescatada en 2019 con un fondo gubernamental de 21 mil millones de dólares.
California tiene lineamientos ecológicos más avanzados que otros estados, pero también paga las cuotas de electricidad más altas de Estados Unidos porque el dinero para prevenir incendios se carga a las tarifas. El negocio es redondo: las compañías reciben apoyo oficial para colocar cables bajo tierra y pasan la factura a los usuarios.
¿Por qué sucede esto? "Follow de money", dice el socorrido refrán. En marzo de 2021, Brandon Rittiman escribió al respecto en la plataforma ABC10. Uno de sus entrevistados, Will Abrams, sobreviviente de los incendios de 2017, dijo en referencia a PG&E, empresa con 16 millones de clientes: "No me muestres tus ideales, muéstrame tu presupuesto". La frase es decisiva. Durante la campaña para gobernador de California de 2018, la compañía se encontraba quebrada; aun así, donó 2.1 millones a diversos políticos, en su mayoría demócratas. Esa suma hubiera servido para comprar 1,750 monitores de viento.
De acuerdo con Open Secrets, de 2019 a 2020, Edison International hizo el 76.47% de sus donaciones a los demócratas y el 23.53% a los republicanos, y en 2024, PG&E donó 65.39% a los demócratas y 34.61% a los republicanos. Las compañías eléctricas siguen operando sin renovar su equipo porque al gobierno local no le conviene presionarlas.
Como señalaba Gore Vidal, tanto los demócratas como los republicanos responden a sus patrocinadores. En Washington han caído las máscaras; mientras tanto, en California, el discurso es distinto, pero se protege un negocio que la gente mide en cenizas.