Alejandro «Alito» Moreno, líder del PRI, aprovecha hasta el más mínimo resquicio para evidenciarse. Dueño de un McLaren y un Lamborghini, cuyo precio sobrepasa los 30 millones de pesos, Moreno visitó en noviembre pasado a José Mujica, reconocido como «el presidente más humilde del mundo». Cuando ocupó el cargo, entre 2010 y 2015, el político uruguayo prefirió usar su vocho azul celeste, modelo 1987, en vez del vehículo presidencial. Alérgicos de la parafernalia, él y su esposa, Lucía Topolansky, tampoco dejaron su granja para trasladarse a la residencia oficial. Un jeque árabe quiso adquirir el coche de Mujica por un millón de dólares. El embajador de México en Uruguay, Felipe Enríquez Hernández, uno de los polémicos compadres del entonces presidente Enrique Peña Nieto, también se interesó en el «escarabajo», pero en su caso no ofreció dinero, sino 10 camionetas a cambio.
La visita de Moreno al expresidente no fue por el modesto Volkswagen, sus gustos son más refinados, sino para hacerse un video con los Mujica-Topolansky y presumirlo en las redes sociales, cual si la honestidad se transmitiera por contacto. «Fue un honor compartir reflexiones sobre los desafíos que enfrentan nuestras naciones y la importancia de construir sociedades más justas y solidarias. (…) su calidez y sabiduría (…) son ejemplo de compromiso y amor por su pueblo», escribió Moreno. El líder priista viajó a Montevideo para seguir las elecciones presidenciales del 24 de noviembre. Yamandú Orci, del Movimiento de Participación Popular (MPP), fundado por exguerrilleros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), ganó el balotaje al oficialista Álvaro Delgado.
Mujica y Topolansky se conocieron en el MLN-T. Los dos fueron hechos prisioneros por la dictadura cívico-militar que gobernó el país entre 1973 y 1985. Topolansky tiene carrera política propia. Antes de ser senadora, ocupó la vicepresidencia en el Gobierno de Tabaré Vázquez. Ahora dirige el MPP, fundado por su esposo. Mujica, quien cumplirá 90 años en mayo, reveló el 9 de enero pasado que su cáncer de esófago se extendió al hígado. «Lo que pido es que me dejen tranquilo. Que no me pidan más entrevistas ni nada más. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrillero tiene derecho a su descanso», declaró al semanario Búsqueda (09.01.25) con el mismo estoicismo con que ha llevado su vida.
El PRI también se encuentra en fase terminal, pero se niega a admitirlo. Alejandro Moreno le dio la puntilla con las reformas para eternizarse en la presidencia, las cuales fueron precedidas por un alud de renuncias. Crecido porque la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial Electoral validó los cambios a los estatutos, Moreno afila la guillotina para purgar a los expresidentes que impugnaron su nueva reelección: Manlio Fabio Beltrones, Dulce María Sauri, Pedro Joaquín Coldwell y Enrique Ochoa.
Cuando los gobernadores impusieron a Moreno en la presidencia del CEN, el PRI era la segunda fuerza electoral del país; hoy es la cuarta, por debajo del PAN, el Partido Verde y a una distancia abismal de Morena. Alito perdió 11 estados, entre ellos Campeche, cuya gubernatura ejerció entre 2015 y 2019. Hoy solo tiene dos: Coahuila y Durango. Movimiento Ciudadano registra el mismo número, pero Nuevo León y Jalisco son los estados con el PIB más alto después de Ciudad de México y Edomex, en poder de Morena.