Con el inicio de la primavera se festejaba un día de felicidad y, para sorpresa de algunos, México era ubicado en el lugar número diez de la lista de los países más felices. Cada 20 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, celebración auspiciada por las Naciones Unidas para reconocer la importancia que tiene esta emoción positiva como parte integral en el desarrollo y bienestar de todos los seres humanos.
En efecto, al mexicano siempre lo ha caracterizado su buen ánimo y alegría a pesar de los retos y dificultades. En cualquier parte del mundo se recuerda la simpatía de algún visitante de nuestro país.
Países como Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suecia, Países Bajos, Costa Rica, Noruega, Israel y Luxemburgo ocupan los primeros lugares de la lista.
Pero las reglas no dejan de aplicarse, me refiero a este principio de polaridad en el que, por un lado, tenemos lo positivo y, por el otro, lo negativo. Así, la felicidad o la alegría que nos caracteriza tiene su opuesto y es la tristeza. En efecto, me preocupa cómo la vida se está devaluando en el planeta. Por un lado, como ejemplos, las guerras entre Ucrania, Rusia e Israel-Hamás, así como los episodios que nos recuerdan a las personas que están perdiendo la vida por los ataques terroristas. No pasamos estos hechos por alto y debemos insistir en la reconstrucción del tejido social y reconocer que tenemos derecho a una vida en paz, bajo la No-violencia
Uno de los autores que profundizó en el tema de la felicidad fue el filósofo Aristóteles y así nos ilustra, como lo describe Magdalena Bosch:
"La felicidad es una actividad de acuerdo con la razón y, mejor aún, es la autorrealización misma del sujeto, que actuando bien se hace a sí mismo excelente y, con ello, feliz. […]
El sujeto feliz es aquel que vive su vida del mejor modo posible, y esto significa ser lo mejor en tanto que ser humano. […] Según Aristóteles, "la felicidad es la realización plena de la propia naturaleza y no algo que adviene como un premio, siendo ajeno a la acción. Se trata más bien de que nuestras buenas acciones tengan una repercusión real en nosotros haciendo que estemos bien. […]
El hombre justo es feliz porque la justicia que hay en él es acorde con aquello que a él le corresponde ser por naturaleza: un ser humano que se relaciona bien con los demás. En realidad, la base de la ética aristotélica no es la felicidad ni la virtud, sino el bien. La felicidad tiene sentido por su relación con el bien".
Deseo que con este equinoccio de primavera vengan los vientos que nos permitan despertar para dejar de ser mundo anestesiado y retomar que nuestras acciones sean en torno a un mundo más civilizado y se respete este principio para ser felices: la vida de cada uno de nosotros.
*Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro "Los filósofos en la era tecnológica. Los pitagóricos de hoy".