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Escenarios sobre el fin de Morena

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

El próximo mes de junio se cumplen cuarenta años desde la publicación de aquel célebre ensayo de Gabriel Zaid, tan discutido en su momento, al cual dio el título de "Escenarios sobre el fin del PRI". Se publicó en el número de la revista Vuelta correspondiente a junio de 1985, fundada y dirigida por Octavio Paz. Por lo que pueda arrojar luz para la reflexión sobre el actual estado de cosas en México, bien vale la pena releer ese ensayo.

El poeta Zaid inicia su texto así: "Sería muy extraño -escribe- que el PRI fuera eterno. Avanzamos hacia la fecha en la cual terminará". En un par de frases, el autor hace dos contundentes afirmaciones en torno al asunto. ¿Son ahora aplicables a Morena? La primera obviamente sí, por la sencilla razón de que nada es eterno. Menos aún Morena. Y la segunda para algunos no es hoy muy clara; pero sí para otros, quienes observan indicios de que el proceso que llevará hacia su terminación ha iniciado ya. La cuestión está en su velocidad, que puede ser lenta, o acelerarse por algún dato o factor hoy no percibido, pero que en cualquier momento puede presentarse y precipitar el desenlace.

Zaid plantea cuatro escenarios sobre el fin del anterior partido oficial, "ninguno de los cuales -dice-parece convincente". Pero los enuncia El primero lo hace consistir en un "golpe de estado", que prácticamente descarta porque en México tal golpe -por el enorme poder que concentra- sólo lo puede dar el propio Presidente de la República, y sería ilógico que lo diera.

Es inviable tal autogolpe, pues por muy grave que llegue a ser cualquier crisis que enfrente el Ejecutivo, éste dispone -disponía en el priato- de numerosos instrumentos y una fuerza tal que no tendría sentido acudir a este expediente. La realidad actual es diferente, porque a nadie debe quedar duda que hay una Presidente formal y otro, claramente identificable, tras bambalinas. En consecuencia, tal golpe ahora sí es posible en el caso de presentarse diferencias insuperables entre una y otro, incluso en la modalidad, hacia la mitad del sexenio, de revocación del mandato. Parecerá una salida "institucional", pero en fondo será un golpe de estado. Que entre otras consecuencias acarreará una división tan severa en el partido gobernante que éste terminará hecho añicos.

El segundo escenario lo hace consistir Zaid en una revolución, que él ya descartaba porque en México -afirma-- ya "no hay nadie con capacidad de pataleo". Y si esa era ya una realidad hace cuatro décadas, ahora con mayor razón. Queda, pues, descartado este escenario, pues "optar (hoy) por la violencia es suicidarse".

Un tercer escenario podría presentarse si "surgiera un ayatola contra la corrupción", cuando ésta llegara a ser tan intolerable y gigantesca que provocara tal irritación popular que por diversas vías, entre otras la electoral, viniera a terminar con el sistema y por ende con la desapariciòn del partido gubernamental. Esa corrupción monumental y extrema se presentó en el sexenio de Peña Nieto y apareció también el ayatola (AMLO) que la capitalizó para catapultarse a la Presidencia.

Pero ha ocurrido ahora un fenómeno muy curioso, que amerita un cuidadoso estudio. Porque hoy resulta que la corrupción, tan descarada y escandalosa como la registrada en el sexenio de López Obrador, que superó con creces a la corrupción de cualquier otro gobierno anterior, como lo confirma el reciente informe mundial de Transparencia Internacional, parece que ya no irrita ni molesta a la población como hace años. Tal vez las masivas dádivas gubernamentales en efectivo la han hecho tolerable y de esta manera el oficialismo se ha blindado frente a esta amenaza que Zaid veía como un escenario posible.

El cuarto escenario pudiera enunciarse como misceláneo. Puede presentarse por errores graves o accidentes difíciles de prever. Entre otros, predijo entonces Zaid, "un terremoto que acabara con la ciudad de México podría -dijo-- acabar (también) con el PRI".

Bueno, pues curiosamente tres meses después, en septiembre de 1985, ocurrió en el área metropolitana capitalina un sismo de tales proporciones que tuvo, según algunos investigadores y estudiosos así lo han señalado, dos resultados visibles: se observó la debilidad gubernamental frente a la tragedia y la presencia y fortaleza de la sociedad civil. Tal vez como consecuencia de una y otra actitud, es decir, la del gobierno y la de la sociedad, doce años después el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y luego pasaron tres años más para que también perdiera la Presidencia de la República. Fue el principio del fin del PRI. El tema, obviamente, da para mucho más.

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