México libró, por el momento, los aranceles. Claudia Sheinbaum puede estar feliz. Los aplausos a su gestión dominaron la conversación pública esta semana. Canadá también los libró. Justin Trudeau puede estar satisfecho, aunque allá hubo menos aplausos. Hay oposición.
Siguieron estrategias distintas. Sheinbaum no fue a ver a Trump antes de su toma de posesión. Aunque prometió responder con aranceles si nos los imponían, no lo hizo. En cambio, Trudeau sí viajó a Mar-a-Lago para tratar de complacerlo y, el sábado 1 de febrero, antes de hablar por teléfono con él, anunció que impondría aranceles a ciertos productos estadounidenses.
El resultado fue el mismo: un mes de gracia. Ambos se cuelgan la medalla de la prórroga.
Sin embargo, la permeabilidad de las fronteras y la expansión del crimen organizado son problemas mucho más graves en el caso mexicano. ¿Podrá el gobierno de Sheinbaum mostrar avances sustantivos en la lucha contra la producción y el tráfico de fentanilo, así como en frenar la migración, en apenas un mes?
La razón dada para imponer aranceles no tenía precedentes en la relación bilateral. En palabras del gobierno de Estados Unidos: los cárteles "tienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El gobierno de México ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos [...]. Esta alianza pone en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos...".
En el comunicado sobre la llamada del miércoles pasado entre Marco Rubio y Juan Ramón de la Fuente, la versión estadounidense menciona que hablaron de "desmantelar las organizaciones criminales transnacionales". La versión de la Cancillería mexicana no lo menciona. No sabemos qué se negoció, pero parece que nuestros vecinos esperan bastante más que 10 mil soldados en nuestra frontera norte.
La presión política para actuar contra los cárteles mexicanos seguirá creciendo. Más de un político republicano ha repetido que AMLO cree en abrazar a los delincuentes. En Estados Unidos, esto es inconcebible, incluso para el grueso de los demócratas.
Con Canadá, el problema es de otra magnitud. Se estima que sólo el 0.2 por ciento del fentanilo y el 1.25 por ciento de la migración ilegal que entra a Estados Unidos lo hace por su frontera. Al igual que Estados Unidos, Canadá va a designar como grupos terroristas a algunas organizaciones criminales. No son grupos canadienses ni operan en contubernio con políticos de ese país.
El conflicto con Canadá es más bien personal. Trump no soporta a Trudeau. Es el ejemplo vivo de la élite liberal que cree en un gobierno que hace el bien, en las virtudes de la globalización y en el mérito. Trump desprecia todo esto. Además, piensa que puede contribuir al triunfo del Partido Conservador y de su líder, Pierre Poilievre, quien probablemente gane la elección del 23 de marzo. No obstante, la reacción nacionalista en contra de las ambiciones expansionistas de Estados Unidos ha permitido al partido de Trudeau un cierto repunte en las últimas encuestas.
Ojalá el gobierno de Sheinbaum logre convencer a Trump de que está cumpliendo con lo convenido y que, pasado el mes de prórroga, se dé carpetazo al capítulo de los aranceles unilaterales. Si ello no sucede, y vienen varios meses de nuevos plazos y exigencias, la incertidumbre complicará aún más nuestro entorno económico.
Muy pronto vendrá la discusión de fondo: el T-MEC. Con las recientes reformas en materia energética y de justicia laboral, México está incumpliendo el tratado. Además, Trump cree que un superávit comercial como el que tenemos con ellos es una muestra de abuso. México es el principal socio comercial de Estados Unidos: nuestras exportaciones hacia ellos representan casi el 30 por ciento de nuestro PIB, mientras que las suyas a México no llegan al 2. Hay interdependencia, pero es claro quién es el eslabón más débil.
@carloselizondom
ÁTICO
¿Logrará el gobierno avances sustantivos en la lucha contra el fentanilo, así como en frenar la migración, en apenas un mes?