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Hay que cargar con este 'man'

JORGE RAMOS

Adonde vayas, en esta hermosísima ciudad amurallada, todos parecen tener una opinión sobre la reciente pelea entre el presidente colombiano, Gustavo Petro, y Donald Trump. Ponerse a las patadas con el hombre más poderoso del mundo, en un momento en que se siente invencible y está poniendo a prueba los límites de su prepotencia, tiene sus consecuencias. Pero, en el fondo, el argumento moral de Petro es indiscutible y prevalece: había que defender a los suyos y la dignidad de los inmigrantes.

Es una simple cuestión de derechos humanos. A las personas hay que tratarlas como personas, no como criminales. Las imágenes de hombres y mujeres, encadenados de manos y pies, caminando a tropezones hacia un avión militar, son totalmente degradantes, injustificables e innecesarias. Así salieron vuelos de Estados Unidos hacia Brasil, Guatemala y, recientemente, a Colombia.

Todo comenzó cuando el presidente Petro, en plena madrugada, prohibió el aterrizaje de dos aviones militares de Estados Unidos provenientes de California con colombianos deportados. "Un migrante no es un delincuente", escribió el mandatario colombiano en redes sociales, "y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece. Por eso hice devolver los aviones militares estadounidenses que venían con migrantes colombianos. … En aviones civiles, sin trato de delincuentes, recibiremos a nuestros connacionales. Colombia se respeta." Petro había visto el maltrato que recibieron migrantes brasileños al ser deportados y no quería lo mismo para los colombianos.

Pero Trump reaccionó como Trump, amenazando con imponer aranceles del 25 por ciento a todos los productos colombianos de importación a Estados Unidos y prometiendo aumentarlos al 50 por ciento en una semana. "Es responsabilidad de cada nación recuperar a sus ciudadanos que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos de manera seria y expedita", advirtió Marco Rubio, el nuevo secretario de estado, explicando que Petro había autorizado los vuelos originalmente y que cambió de opinión cuando ya estaban en vuelo.

La pelea solo duró 12 horas.

Trump sabía que Colombia necesita más a Estados Unidos que Estados Unidos a Colombia. Fue una batalla totalmente asimétrica. Los primeros migrantes colombianos deportados en la era de Trump regresaron poco después a su país, aunque -pequeña victoria- no lo hicieron en aviones militares de Estados Unidos sino de la Fuerza Aérea Colombiana. Pero algunos de esos migrantes colombianos se quejan del trato que recibieron en Estados Unidos. "Nos trataron como si fuéramos perros", le dijo uno de ellos a un reportero del diario El País.

Esta breve pero significativa crisis con Colombia ha sido utilizada por Trump para enviar un claro mensaje de que, ni dentro ni fuera de Estados Unidos, va a aceptar disensión. Pero Petro, a pesar de su baja popularidad y de estar plagado de conflictos internos, es uno de los pocos que se ha atrevido a defender públicamente y de cara a Trump a los migrantes perseguidos injustamente en Estados Unidos. Su estrategia fracasó, puso en riesgo a la economía colombiana y su diplomacia no tenía dientes. Aun así, estaba parado del lado correcto; con los inmigrantes, con los más vulnerables.

Dato. La gran mayoría de los casi 14 millones de indocumentados que hay en Estados Unidos no son criminales, violadores, ladrones ni asesinos. Sí, cruzaron ilegalmente la frontera, huyendo de la violencia, el hambre y la falta de oportunidades en sus países de origen. Pero las leyes estadounidenses tienen precisamente un espacio para aquellos que sienten miedo y buscan un refugio. Esa es, al fin y al cabo, la historia de Estados Unidos.

Lo que pasa es que Trump quiere reescribir la historia y ahora considera como criminales a todos los indocumentados. Escuchen lo que dijo su nueva vocera. "Si tú eres un individuo que entró ilegalmente a Estados Unidos, tú eres, por definición, un criminal, y estás sujeto a deportación", explicó Karoline Leavitt en su primera conferencia de prensa desde la Casa Blanca. Y cuando le preguntaron cuántos de los 3500 migrantes que fueron deportados en la última semana tenían un récord criminal, su respuesta fue tajante: "Todos ellos, porque violaron las leyes del país y por lo tanto son criminales".

Vienen meses difíciles. El miedo es palpable.

Vine a Cartagena para participar en el Hay Festival, que es una fiesta de diversidad y libertad de expresión. Pero ni aquí, dentro de sus muros maravillosos, nos hemos podido aislar del impacto negativo de Trump.

Si esto ha pasado ahora con Colombia, imagínense lo que puede venir después con Panamá, Groenlandia y México. Como me dijo, sobre otro tema, una amiga colombiana: "Hay que cargar con este 'man'". Y así será por los próximos cuatro años. Trump está frente a nosotros, respirando fuerte y expulsando gente. Esto apenas comienza.

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