igo pensando que va a haber buenas relaciones con el presidente Trump. ¿En qué me baso? Pues en que hubo buenas relaciones con el presidente López Obrador". Son palabras de Sheinbaum.
Que hayan sido buenas con AMLO no implica que vayan a ser buenas ahora. La Presidenta ha heredado mucho de AMLO, pero la buena relación con Trump no es heredable.
Si bien hay causas estructurales que han propiciado la integración comercial, y Estados Unidos prefiere llevarse bien con su vecino, el momento histórico es otro. Trump llegará con mayor vigor, rodeado de leales, y habiendo conocido las palancas del poder. Para complicar las cosas, es previsible que pueda tejer una buena relación con el heredero de Trudeau, el conservador Pierre Poilievre, si su partido gana la siguiente elección, que será a más tardar el 23 de marzo. Hay mayor afinidad ideológica y ambos son hombres, para comodidad de Trump. Trece ministros de las provincias canadienses han sugerido tener una relación comercial bilateral con su vecino y sacar a México de la ecuación.
AMLO entendió bien que con Trump se podía tener una relación transaccional. Bastaba conocer y atender sus preocupaciones, evitar el típico nacionalismo improductivo y ser consciente de las asimetrías de poder. Tras la amenaza de Trump de cerrar la frontera en mayo de 2019, AMLO le envió una carta diciendo no creer "en la ley del talión, en el 'diente por diente' ni en el 'ojo por ojo' porque, si a esas vamos, todos nos quedaríamos chimuelos o tuertos".
Para enredar aún más el escenario para el gobierno mexicano, Marco Rubio, el futuro secretario de Estado, ha sido un severo crítico de los gobiernos autoritarios de izquierda, y lo fue del propio AMLO. No llegó a ese puesto de casualidad. Eso quiere Trump. Poco antes de la toma de posesión de Maduro en Venezuela, Trump reconoció el triunfo del opositor Edmundo González.
Muchos en el gobierno de Estados Unidos van a sospechar de una Presidenta que considera progresistas a los gobiernos de Cuba y Venezuela. Más aún cuando Sheinbaum ha aceptado como legítimo el triunfo de Maduro y subsidia a Cuba, contratando a sus médicos y enviándoles petróleo. Vendrán las críticas de que México es amigo de los enemigos de EU.
Ante la acusación de Trump de que en México gobierna en buena medida el crimen organizado, denuncia muy grave, Sheinbaum respondió con el chascarrillo de que Trump no se ha enterado de que ya no gobiernan ni Calderón ni García Luna. Era innecesario. Rematar transmitiendo un video con una campaña contra el uso del fentanilo lanzada el martes, con imágenes dramáticas de consumidores de este opioide en Estados Unidos, es políticamente insensible.
Esta semana se cumplieron los primeros cien días de su gobierno. Debe estar muy satisfecha. Ha reconstruido el régimen político, pasando de un sistema con ciertos contrapesos y una democracia imperfecta, a uno sin contrapesos y cada vez más autoritario. Esa es la herencia de AMLO.
Este sexenio ya quedó marcado por esas reformas. El gobierno debe afrontar ahora sus consecuencias, desde la reforma judicial, hasta evitar la comercialización y uso de vapeadores. Esto en medio de una profunda crisis de seguridad.
A ocho días de la llegada de Trump al poder, el entorno será enormemente complicado. Lo mejor habría sido prepararse, no encadenarse con reformas constitucionales contrarias al T-MEC, como la energética. También serviría buscar interlocutores y puntos de coincidencia con actores políticos en Estados Unidos, en lugar de amenazar con poner aranceles si Trump lo hace. Y lo va a hacer. Sólo no sabemos los detalles.
Si bien Sheinbaum es enormemente popular según las encuestas recientes, en la de Demotecnia es claro lo que los mexicanos quieren de la relación con Trump: sólo el 10 por ciento cree que debe ser distante y de confrontación. Ni por cuestiones de opinión pública parece buena idea envolverse en la bandera nacional.
ÁTICO
A ocho días de la llegada de Trump al poder serviría buscar interlocutores y puntos de coincidencia con actores políticos en EU.