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El sistema actancial de Latour y la cárcel como red de actores

FERNANDO JAVIER ARAUJO PULIDO

El modelo actancial (1966) tiene su origen en los estudios estructuralistas de la narración. Fue Algirdas J. Greimas quien, en su modelo semiótico, propuso el sistema actancial como una estructura que organiza la acción dentro de un relato. Bajo ese esquema, los actantes son categorías interconectadas: sujeto, objeto, destinador, destinatario, oponente y ayudante. En este enfoque no importa si el actante es un individuo, una institución o una idea; lo nodal es su rol en la historia. Sin embargo, esta mirada ha sido rebasada por enfoques más dinámicos, como el propuesto por Bruno Latour en la Teoría del Actor-Red (ANT) (La ciencia en acción, 1987).

Latour reformula la categoría del actante al despojarlo de una función establecida dentro de una narrativa estructurada. Para él, un actante es cualquier entidad que tiene la capacidad de afectar/impactar a otros dentro de una red de relaciones, sin importar si es humano o no. Así, los objetos, tecnologías, normas y discursos adquieren agencia (capacidad de actuar de manera autónoma) en la medida en que interactúan con otros elementos de la narración. Bajo esta perspectiva, la cárcel pasa de ser una institución donde se imponen penas o se ejecutan medidas de reinserción a una red de actores que en todo momento negocian y redefinen su existencia.

En un contexto penitenciario, aplicar el sistema actancial de Latour nos obliga a mirar más allá de los sujetos tradicionales (personas privadas de la libertad, custodios, jueces) e incluir a otros actores no humanos. Por ejemplo, los barrotes, las cámaras de vigilancia, los expedientes judiciales, las reglas del sistema penitenciario, todo lo anterior no son meros objetos inertes, sino dispositivos que modelan el comportamiento de las personas y regulan las dinámicas de poder dentro de la prisión. Por ejemplo, expediente con ciertas evaluaciones puede determinar si un preso accede a beneficios; una cámara de videovigilancia puede producir acciones de violencia según su ubicación; una política de reinserción puede abrir o cerrar oportunidades dependiendo de su implementación.

Si analizamos la cárcel desde la ANT, el problema de la reinserción social deja de ser una simple cuestión de voluntad individual o de políticas gubernamentales bien intencionadas. Bajo esta mirada la reinserción es un ensamblaje de múltiples actores en constante negociación, donde los programas educativos, las capacitaciones, el estigma social, las ofertas laborales, entre otras, actúan simultáneamente para facilitar (o complicar) el retorno de una persona a la sociedad. En estos términos, la prisión no solo es una institución de castigo, sino un ecosistema de interacciones donde cada elemento influye en el otro.


               
               

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