¿Se siente abrumado o abrumada por la cantidad excesiva de información que hay en las redes? ¿Siente que la tecnología lo ha rebasado? ¿Ha pensado que la polarización se ha hecho cada vez más presente en su vida? ¿Se siente agotado ante la cantidad de mensajes que recibe cada día? ¡No se preocupe más! ¡Dígale adiós a la era de la información y dele la bienvenida a la gran era del entretenimiento! Donde usted no necesita estar informado, sino distraído.
Si usted leyó esto en su mente con voz de locutor, probablemente sea víctima de la era del entretenimiento. Pasamos de un mundo hiperconectado, donde el conocimiento está accesible como nunca antes, a un mundo donde hemos convertido el entretenimiento en el eje de nuestra cultura digital: más datos, menos profundidad. El consumo digital ha pasado de búsquedas profundas a contenido efímero: memes, retos cada vez más estúpidos, pero más virales, la belleza por encima del talento, y la priorización de los videos sobre la imagen estática.
Los algoritmos de redes sociales no premian la veracidad ni la utilidad, sino las interacciones donde la desinformación se disfraza de entretenimiento, donde surgen teorías conspirativas presentadas como "documentales alternativos". Incluso en medios tradicionales predominan los titulares sensacionalistas y las noticias con formato de reality show, lo que provoca que nuestra atención se fragmente; leemos menos artículos largos y más threads o resúmenes simplificados, diríamos en español.
La línea entre información y entretenimiento se desdibuja. Los programas de noticias adoptan técnicas de talk show, los documentales usan música dramática como si fueran películas, y hasta la política se reduce a peleas virales. Hay un auge de podcasts de casos criminales convertidos en narrativas adictivas. Las redes sociales se vuelven un escenario donde se priorizan los memes sobre el discurso. Es el nuevo periodismo de las emociones, donde importa más indignar o conmover, que explicar e investigar.
Las plataformas compiten por nuestro tiempo, y el entretenimiento genera más dopamina (y más ganancias) que un informe riguroso. En una era de crisis climáticas, guerras y ansiedad social, el entretenimiento funciona como anestesia colectiva, lo que provoca una evasión de la realidad.
Sí, somos una sociedad distraída, y detrás siempre habrá alguien que saque beneficio de ello. Somos un colectivo que ha perdido pensamiento crítico, sin respuestas a problemas complejos. Cada vez menos receptivos y desensibilizados ante temas importantes. Las redes convierten los debates en un espectáculo de confrontación y polarización sin argumentos. Más rating, menos diálogo.
No, no estamos en una era híbrida donde la información y el entretenimiento se mezclan. No importa informar, importa distraer. Hace rato que dejamos atrás el equilibrio entre información y entretenimiento, donde lo trivial ahogó lo esencial.La solución no es tratar de tapar el sol con un dedo. Es consumir con conciencia, elegir fuentes veraces, detenerse, reflexionar y cuestionar todo lo que existe en las redes. Incluso lo que acaba de leer. Si usted llegó hasta estas líneas, déjeme felicitarle: usted es la resistencia.