Brillante, carismático, estratega, ambicioso, valiente hasta la temeridad, Julio César fue el icono político por excelencia de la antigüedad romana. Arquetipo de la política, audaz, inventivo y un tanto mujeriego. Su vida quedó signada por la grandeza. Conquistó las Galias, venció a sus enemigos y también perdonó; afianzó el imperio y tuvo la habilidad de sobrevivir a las adversidades. Al llegar al tercer mes del año, le advirtieron, "cuídate de los idus de marzo". Seguro de sí, no hizo caso, hasta que fue traicionado y asesinado a puñaladas en su camino al senado. Suetonio narró que sus últimas palabras se dirigieron a Brutus, "¿Tú también, hijo mío? Fue el año 44, antes de Cristo.
Muchos siglos después, todavía se le recuerda en Roma cada día 15 de marzo. Llevan ofrendan florales, guardan silencio en respeto a la memoria y hasta se hacen representaciones. Se trata de los idus de marzo, la advertencia que recibió, pero no creyó. Hay algo de cíclico en esta tragedia: la política se alimenta de traiciones. Una y otra vez, están a la orden día.
El pasado domingo nueve de marzo, la presidenta Claudia Sheinbaum convocó a reunirse en el Zócalo, con motivo del mitin de la unidad ante las constantes amenazas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Un día anuncia aranceles, otro llama a la intervención contra los cárteles de la droga y otra más, emite decretos frente al cuadro de James Polk, el presidente norteamericano que robó el territorio mexicano por medio de una guerra contra México, entre 1846 y 1848. Advertidas están las naciones, sea la desdichada Ucrania, el territorio de Groenlandia (Dinamarca), Panamá, ya de rodillas, lo restos de Palestina y la franja de Gaza. En esa tendencia, no queda claro si nos vamos a consolidar como un socio comercial de importancia estratégica frente a China, o vamos a ser el blanco fácil de ataques.
Bajo la visión de Trump y la nueva élite del poder en Washington, se han desmoronado en los hechos, las alianzas históricas y los tratados internacionales. De golpe y porrazo, la OTAN queda expuesta sin el interés de los Estados Unidos y su poderío militar. No los necesita y, por el contrario, negocia directamente con la Rusia de Vladimir Putin, acaso, el mejor ajedrecista del panorama mundial. Todo parece indicar que el acuerdo de la posguerra en 1949, llega a su fin.
Debilitado ante su pueblo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quiso aprovechar el momento contra Rusia, pero Putin se encargó con sorna y serenidad, de recordarle la derrota de Napoleón ante los rusos.
Bajo la amenaza de Trump, la presidenta Sheinbaum llamó el domingo a la "cooperación y coordinación, sí; subordinación, intervencionismo, no. A México se le respeta, somos naciones iguales". Mejor entenderlo frente a la historia, porque más allá de las diferencias, el presente demanda unidad.
Quizá resulta anecdótico, pero ese domingo en el Zócalo, un grupo de encumbrados políticos, Ricardo Monreal, Adán Augusto, Luisa María Alcalde, Andrés Manuel López Beltrán, Manuel Velasco, parloteaban alegres frente a la cámara. Entre el chacoteo y las risas, ignoraron el paso de la presidenta. Cerebral como es, tomó nota de los personajes que le dieron la espalda, entre ellos, el hijo del expresidente. En vano vinieron las disculpas. Sin duda alguna, en ese grupo está el traidor o los traidores. Al tiempo con los idus de marzo.
Nos vemos en @uncuadros