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Perspectiva. Federico Guzmán Rubio indicó que la obsesión por la sociedad perfecta está relacionada con la modernidad.
La primera vez que leyó Utopía (1516), de Tomás Moro, el escritor Federico Guzmán Rubio (Ciudad de México, 1977) cursaba la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). No recordaba en concreto su contenido, hasta que para la redacción de Sí hay tal lugar (Taurus, 2025), retornó al texto clásico que inauguró los delirios de un mundo perfecto.
"Me impactó el libro de Tomás Moro, porque es interesantísimo. Y como sucede con todos los clásicos, creemos que los conocemos, creemos qué dicen y cuando volvemos a ellos y los leemos, nos damos cuenta de que son algo muy diferente a lo que sospecháramos. El libro de Moro es simpatiquísimo, es un libro que a la vez que critica la política y sociedad de su tiempo, para decir que todo está mal, después, como un juego, imagina este mundo de utopía donde el mundo es perfecto; es una forma de política muy aguda en forma de literatura fantástica", dijo el autor en entrevista telefónica.
Así, ante el sueño que ha perseguido el ser humano occidental para lograr una sociedad perfecta, Guzmán Rubio se propuso estudiar, documentar y visitar los lugares de siete casos latinoamericanos marcados por la utopía, siete sueños que fueron en busca del "progreso": Fordlandia, en la Amazonas de Brasil; Colonia Cecilia, también en Brasil; Nueva Germania, en Paraguay; Pátzcuaro, en el estado mexicano de Michoacán; Argirolópolis, en Argentina; Solentiname, en Nicaragua, y Santa Fe, en Ciudad de México.
Guzmán Rubio indicó que esta obsesión por la sociedad perfecta está relacionada con la modernidad. A raíz de que el ser humano decide que es él quien puede construir la historia y modelarla según sus intereses, comienza a imaginar un mundo perfecto tras otro, yendo de sueño a fracaso hasta llegar a la actualidad.
Por eso eligió escribir este libro. Federico Guzmán Rubio no sólo hizo la documentación que exige una investigación, sino que se trasladó a los lugares antes citados para conocerlos con vista propia. Sus textos son así una mezcla entre crónica y ensayo, donde surge la cuestión de "¿qué fue ese lugar y qué sigue siendo para nosotros".
"Estoy convencido de que el ensayo, ese género tan intelectual, tan pedante, tan elevado, tiene que ensuciarse con la realidad. Tiene que salir a ver el mundo y no puede quedarse solamente en el mundo de las ideas. Entonces, después de una investigación bibliográfica sobre estos sitios, quise ir a ver qué quedaba de ellos, por más que no quedara nada, como una excusa para la escritura".
ALGUNOS EJEMPLOS
La utopía que inaugura el libro de Federico Guzmán Rubio es la de Fordlandia, el pueblo que el empresario estadounidense Henry Ford fundó en 1928, a orillas del río Tapajós, en plena selva amazónica. Para el autor, el sueño de Ford era una locura que buscó construir el pueblo estadounidense perfecto. Lo hizo en la antesala de la depresión económica que golpearía al Tío Sam.
"Parte de la idea de que Estados Unidos ya estaba arruinado y construye su país ideal, con el modelo de Estados Unidos, en una ciudad del Amazonas. Obviamente, todo sale mal, porque no puedes construir un pueblo gringo en medio de la selva. Ford decidía cómo debía a vivir la gente, que debían comer, a qué hora se tenían que levantar, cómo tenían que construir sus casas, ignorando por completo que el contexto no era Detroit, donde estaban sus fábricas".
Lejos de la ciudad de miles de habitantes que llegó a ser, Forlandia ahora es un apacible pueblo de tres mil habitantes, donde todos sus negocios se llaman "Ford" y se emplean las estructuras abandonadas por los estadounidenses, es decir, las ruinas de la civilización industrial.
Otro caso interesante es el de Nueva Germania, proyecto ideado por Elisabeth Nietzsche (hermana de Friedrich Nietzsche, el filósofo) en 1890. El sueño consistía en crear una sociedad aria sin judíos, fuera de Europa, pero terminó en un lugar donde los descendientes de los alemanes se mezclaron con la población local y ahora, además de alemán y español, se habla también guaraní, dando un ejemplo de que la convivencia sana entre culturas es posible.
"Le pasó lo mismo que a Ford; los migrantes alemanes en la selva del Paragua, no pudieron sobrevivir completamente aislados. Y ahora es muy bonito, porque en Nueva Germania, los descendientes de los migrantes alemanes siguen viviendo ahí, pero ya no de manera aislada, sino que no les quedó más remedio que convivir e integrarse con la población local".
Sobre las utopías actuales, Guzmán Rubio tiene la idea de que estas tienen más tendencia hacia las pesadillas. Piensa en el mundo que hoy se construye, sobre todo en Europa y Estados Unidos, donde la extrema derecha no deja el carácter utópico de regresar a la familia conservadora "perfecta", un mundo donde no existan inmigrantes ni personas diferentes respecto a quienes creen que representan "lo mejor" de la humanidad.
"Y eso es algo peligrosísimo. Pero, bueno, esperemos que me equivoque y que estas utopías resulten un sueño pasajero, que las refute la realidad y sobre todo los deseos de convivencia de las demás personas".