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La auténtica reforma

JULIO FAESLER

Mientras en todo el mundo la preocupación se centra entorno a temas de economía, en las locuras de Trump sobre los aranceles, en la necia, cruel y sanguinaria respuesta de Netanyahu y de Putin en la no pacificación en las áreas de conflicto en Medio Oriente y en Ucrania, la muerte del Papa Francisco ha dominando el escenario mundial opacado todo lo anterior. Se han recordado sus enseñanzas, su amor al prójimo y su profunda caridad cristiana.

Francisco y su actitud frente a la vida, las múltiples preocupaciones de nuestros tiempos y sus enseñanzas llenas de sencillez han venido a tener un significado inesperado y sorprendente que se requería para encontrar un poco de paz en la confusión del drama actual, le ha dado un sentido real a la mayoría de las habitantes del convulsionado mundo que nos rodea.

En efecto, es difícil recoger la experiencia de los miles de millones de seres humanos que están agobiados por el sufrimiento y la frustración. La implementación de fórmulas ya agotadas de políticas muy vistas sin aparente posibilidad de solución de los conflictos en Europa Central, Asia, Medio Oriente y África, hoy nos llenan de inquietud ya que se perpetúan sin que haya soluciones reales a la vista.

Los programas que los políticos de cada uno de los países de las regiones antes mencionadas señalan el sufrimiento de millones de seres inocentes sin que ninguno sirva en realidad para detener las masacres y los actos fuera de toda legalidad conforme a las reglas multinacionales mundialmente aceptadas.

Frente al desastre de los principios humanitarios y la frialdad expuesta por algunos líderes, no sólo por la acción bélica y el bombardeo, sino que los horrores de la delincuencia organizada, omnipresente en muchos de nuestros países y que cada vez gana más terreno y se cuela como la humedad en los centros del poder. El hambre, la enfermedad y la violencia asolan a inocentes, convirtiéndose en una realidad en la vida de millones de seres humanos que huyen de la angustia, de la violencia y de la imposibilidad de encontrar una vida digna en sus propios países. Líderes que no se involucran a fondo en la lucha contra el cambio climático cuyas repercusiones llegan hasta nuestras puertas y se agudizan cada día: Sequías, incendios, inundaciones, calamidades todas. Mientras que los gobernantes ignoran una realidad que es ya imposible de soslayar. Parecería que se esfuma inexorablemente la búsqueda del rescate de toda congruencia para la vida civilizada.

Francisco aparece en este escenario sin esperanza como un ejemplo de lo que el individuo puede hacer en su propia condición personal. Francisco con su coherencia, su integridad, su sencillez, su conducta ejemplar, su sonrisa y buen humor y su empatía, es la respuesta para contrastar el quehacer de la mayoría de los políticos cuya sed insaciable de poder, su egoísmo, sus ambiciones sin límites y su cinismo frente a las carencias y al sufrimiento de las mayorías.

Francisco, al entender la sencillez del mensaje de Cristo que sintetiza la conducta que cada uno debe seguir ante los problemas de la experiencia personal. La confusión general que se expresa en la acción de prácticamente todos los líderes y políticos que no hacen sino replicar soluciones que llevan décadas de ser normas para instrumentar la repetición de modelos que son meras repeticiones de más de lo mismo.

Se requería la renovada inspiración que la vida y la obra de Francisco ofreció al mundo entero. El reconocimiento de esta dinámica ha brotado en todas las regiones del orbe en la aceptación a la labor de Francisco como una esperanza de fe para este mundo tan atribulado.

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