Es realmente entristecedora la situación del país. Apenas ayer en una reunión de empresarios convocados por un importante banco, los datos que allí se mostraban eran contundentes: es cuestión que se publiquen los datos para saber que técnicamente México ha entrado en una recesión económica.
Para ser declarada como tal, debe producirse una contracción económica en dos trimestres consecutivos. El cuarto trimestre del año pasado la economía mexicana reportó una contracción del .6%. Dentro de tres días de la fecha de publicación de este artículo se habrá terminado el primer trimestre del presente año, y ya se puede adelantar que también saldrá positivo.
Ya con datos de enero y febrero, en renglones como la generación de empleo formal, las cifras son las más bajas en lustros. En los dos primeros meses del año la generación de empleo formal en México aún mantiene un ritmo lento y particularmente en el mes de febrero se sumaron a la seguridad social 119,385 trabajadores, lo que representa 23.6% menos de las plazas laborales que se generaron en el mismo periodo de 2024.
Las transacciones en terminal para pagos de tarjeta de crédito ya reportan una disminución considerable y el sector de la construcción, palanca de movimiento económico, reporta una contracción del 11% en lo que se refiere a no vivienda, ya que la edificación para casas-habitación y similares se contrajo el 4%
¿Es sólo pues la situación triste es porque en el natural ciclo económico es momento de la desaceleración? No del todo, o casi todo no. La economía mexicana está sufriendo en mayor medida por tres factores fundamentales: la persistente falta de inversión productiva suficiente para mover hacia arriba los indicadores económicos; la inseguridad rampante que vive casi todo el territorio nacional -Coahuila es una isla de paz, pero la interacción con el resto del país termina arrastrarlo- y el tercero y claramente viene de fuera: los excesos de Donald Trump.
En el primer caso, el movimiento político en el poder, la autollamada Cuarta Transformación, si bien redirigió muchos recursos del presupuesto federal a los programas asistenciales que auxilian sensiblemente a clases populares, también poco contribuyen en el largo plazo a incentivar la productividad. Más aún, la 4T, particularmente el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tomó decisiones que han ido mellando el apetito de los empresarios para invertir: la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, la cancelación de la planta cervecera en Mexicali aun con los permisos expedidos; la revocación de la reforma energética y frenó inversiones multimillonarias en el sector; el congelamiento y atosigamiento a la industria minera , que con todo y el asedio, significa un fuente de facturación anual de 300 mil millones de pesos. Y se puede seguir el recuento.
El segundo elemento y que es más grave todavía es el tema de seguridad. Estados completos de la república mexicana están en manos del crimen organizado. Michoacán, Guerrero, Guanajuato -la lucha por el huachicol lo ha convertido a esa entidad en un baño de sangre- Sinaloa Tamaulipas, Zacatecas son territorio de los malosos. Chihuahua, Sonora, Baja California y otros tantos, es un volado transitar con seguridad por sus territorios. ¿ Jalisco? huelga decir algo de ese bello territorio, cuna del temido Cártel Jalisco Nueva Generación. En un país donde el Estado no puede o no quiere o no sabe proporcionar a sus ciudadanos seguridad a su integridad física y a sus posesiones, no puede propiciar prosperidad sostenida.
El tercero viene de fuera. Un señor ególatra, narcisista que llega a la presidencia de los Estados Unidos con todo lo que ello significa y transgrediendo la ley y en pleno abuso, pone en jaque a la economía occidental y arrastra a México a la incertidumbre y zozobra, afectando a los mexicanos en el aspecto económico.
Sombrío es el panorama sin duda. Poco se puede se puede hacer ante un señor como Trump, más que confrontarlo con inteligencia y serenidad como hasta ahora la ha hecho la presidenta Claudia Sheinbaum. Por otra parte, ojalá que la flamante titular del ejecutivo mexicano, pronto le llegue la hora de dejar atrás las fobias de su próximo antecesor y mire hacia el futuro sin desprenderse de su ideología, pero sin los resabios del gobierno anterior. Lo que urge es pacificar al país y contener a la mafia, que está acabando con casi todo, si se quiere salir de la inminente recesión que ya agobia.