
“La mujer es la consentida de Dios”
Cada 8 de marzo a lo largo y ancho de México y del mundo se realizan marchas, plantones y manifestaciones feministas, que exigen igualdad de derechos. Se habla del machismo, de la violencia de género y de los abusos contra las féminas, pero se mantienen en silencio, casi ocultos otros temas, como sus depresiones, los abandonos y los problemas de adicción a drogas o alcohol.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, el pastor Valentín Bustos Cabrera, líder de la Iglesia del Pueblo y del Centro de Fe, Esperanza y Amor, destacó la importancia de honrar y reconocer a las mujeres todos los días y no solo en una fecha conmemorativa. Durante una entrevista, subrayó que la mujer es “la consentida de Dios” y portadora de un milagro creativo, al ser el único ser humano capaz de dar vida a otro.
El pastor enfatizó que la celebración del 8 de marzo no debería ser la única ocasión en la que se valore a las mujeres. “Creo que esperar un día al año para celebrar a la mujer es muy poquito”, expresó. Asimismo, resaltó la labor que desempeñan en distintos ámbitos, desde el hogar hasta profesiones como la abogacía y la ingeniería. “Debemos reconocer su trabajo y dedicación diariamente”, agregó.
Como parte de las actividades del Centro de Fe, Esperanza y Amor, varias mujeres ofrecieron su testimonio de vida, entre ellas Danaeir, Lisbeth, Kimberly. Ellas abordaron temas relacionados con el valor de la mujer y los desafíos que enfrentaron por problemas de adicción a narcóticos y cuadros psicológicos depresivos que los orillaron a refugiarse en las drogas.
Bustos Cabrera señaló que, cuando una mujer enfrenta estas dificultades, con frecuencia pierde su dignidad y el papel fundamental que desempeña en la sociedad y en la fe. “Se olvidan de que son portadoras y consentidas por Dios”, dijo.
El Día Internacional de la Mujer se conmemora cada 8 de marzo para recordar la lucha por la igualdad de derechos y visibilizar las problemáticas que aún afectan a las mujeres en todo el mundo. En este contexto, el pastor llamó a la reflexión y a la acción para reconocer el verdadero valor de la mujer en todos los aspectos de la vida.
“Aprendí a valorarme”: Daneyri narra su lucha contra la adicción y el proceso de recuperación
Daneyri, una joven en proceso de rehabilitación, compartió su experiencia de vida en el Centro de Fe, Esperanza y Amor, donde ha encontrado el apoyo necesario para superar su adicción y recuperar su autoestima. Relató cómo las drogas la llevaron a perder el sentido de su propio valor y cómo ha logrado reconstruirse.
“Ya no me valoraba a mí misma por andar en la drogadicción”, expresó Daneyri al recordar los momentos más difíciles de su adicción. Reconoció que su dependencia la llevó a tomar decisiones que afectaron su dignidad y sus relaciones familiares.
El inicio de su consumo de drogas ocurrió a una edad temprana, comenzando con el alcohol y el tabaco, hasta llegar al cristal. “Caí en depresión por problemas familiares, me quitaron a mi niño y yo recurrí a lo más fácil: la droga”, narró. La separación de su hijo la llevó a sumergirse más en la adicción, al grado de no querer recibir ayuda. “Cuando mi mamá me recogió con mi niño, yo ya estaba viciada, ya no quería dejar la droga”, agregó.
Sin embargo, destacó que en el centro de rehabilitación aprendió a valorarse nuevamente, así como a reconocer el esfuerzo de su madre, a quien describió como una mujer que le dio la vida y siempre ha estado presente en su camino.
Su proceso de recuperación comenzó cuando fue ingresada a la institución, donde ha logrado reconocerse como una persona valiosa. “Ahora me siento mejor, me estoy valorando como mujer”, afirmó. También mencionó que ha decidido alejarse de relaciones que le hacían daño, priorizando su bienestar y el de sus hijos. “Los hombres no me enseñaron a valorarme, pero ahora quiero estar con mis hijos y con mi mamá”, concluyó.
El testimonio de Daneyri refleja los desafíos que enfrentan muchas mujeres en situaciones de adicción y la importancia del acompañamiento en el proceso de recuperación, que no se da por el abandono de sus familias y por la falta de espacios adecuados para su rehabilitación.
Su historia muestra que, con apoyo y determinación, es posible reconstruir una vida con dignidad y esperanza.
Lizbeth: “No quiero que mis hijas crucen el mismo camino que yo”
Lizbeth compartió su testimonio sobre cómo enfrentó la adicción y el impacto que tuvo en su vida familiar. Tras vivir episodios de violencia intrafamiliar y enfrentar un divorcio, cayó en una recaída que la llevó nuevamente al consumo de sustancias. Sin embargo, gracias al apoyo de su madre y su familia, logró encontrar ayuda y comenzar su recuperación.
“Empecé a consumir desde muy chica, pero cuando tuve a mis hijas dejé la droga”, relató Lizbeth. No obstante, los problemas con el padre de estas y la incertidumbre sobre si ellas querían quedarse con él o con ella la sumieron en una profunda depresión. “Eso me llevó a recaer, pero bendito Dios tuve a mi familia y a mi madre, que siempre me sacó adelante”, agregó.
El deseo de proteger a sus hijas de vivir una situación similar fue clave en su decisión de buscar ayuda. “No quiero que crucen el camino que yo crucé ni que pasen por lo que yo tuve que pasar”, afirmó. Asimismo, destacó que también tiene un hijo varón y desea “que él aprenda a respetar a las mujeres”, pues considera que la dignidad y el respeto son fundamentales.
Lizbeth reconoció que, en su etapa de adicción, sentía vergüenza de que sus hijos la vieran en ese estado. “No quería que me reconocieran así, me miraba al espejo y no me reconocía”, confesó. Fue entonces cuando decidió acercarse a su madre y hermanos para pedir ayuda, sin saber que existían espacios de rehabilitación para mujeres.
“Yo pensaba que estos centros eran solo para hombres, pero aquí entendí que hombres y mujeres enfrentamos la misma enfermedad de la adicción”, comentó. Finalmente, Lizbeth resaltó que, aunque muchas veces es necesario perder todo para comenzar de nuevo, lo importante es levantarse y encontrar una oportunidad para reconstruirse.
“Nunca sientan que no pueden salir”: Kimberly comparte su lucha contra la adicción
Kimberly, una joven en proceso de rehabilitación, compartió su testimonio sobre cómo cayó en las drogas desde los 13 años, influenciada por problemas familiares y la adicción de su propio padre. Su historia refleja el impacto que la drogadicción puede tener en una familia y la lucha por salir adelante.
“Inicié con la marihuana y después con el cristal. Me refugié en el cristal porque mi papá también era adicto y se suicidó a causa de la droga”, relató. El dolor por su pérdida la llevó a sumergirse aún más en la adicción sin darse cuenta de que seguía el mismo camino. Sin embargo, encontró apoyo en un centro de rehabilitación, donde comenzó su proceso de recuperación.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, Kimberly envió un mensaje a quienes enfrentan problemas de adicción, violencia o depresión. “Nunca sientan que no van a poder salir de esta enfermedad. Es difícil, pero hay un Dios que te ayuda y lugares como estos centros de rehabilitación que te brindan la ayuda para salir”, expresó.
Falta de centros de rehabilitación para mujeres: un desafío urgente
Andrea Carlín, psicóloga del Centro de Fe, Esperanza y Amor, advirtió sobre la falta de espacios adecuados para la rehabilitación de mujeres con adicciones, señalando que la mayoría de los centros están enfocados en hombres. “Creo que somos el único centro que atiende a mujeres, si no me equivoco. Fuimos pioneros en abrir un espacio para ellas”, afirmó.
Durante una conversación sobre la problemática de la drogadicción en mujeres, la especialista destacó que, aunque cada historia es diferente, muchas tienen un origen común en problemas familiares, depresión o violencia. “Algunas lo ven como una salida fácil, pero en realidad es un camino que las aleja de sí mismas. Es necesario que se den la oportunidad de conocerse, de valorarse y de reconstruir su vida con dignidad”, explicó.
Carlín insistió en la importancia de que las mujeres no solo reciban apoyo en fechas como el Día Internacional de la Mujer, sino que se reconozca su valor todos los días. “No basta con conmemorar una fecha; es fundamental abrir más espacios de ayuda y que ellas mismas se den la oportunidad de buscar apoyo, asistir a terapia y recuperar su autoestima”, subrayó.
Ante la pregunta sobre la existencia de una brecha en la atención a mujeres con adicciones, la psicóloga confirmó que aún hay una gran diferencia en comparación con los servicios disponibles para hombres. “Es como si solo ellos tuvieran este problema. Nosotras trabajamos para cambiar esa visión y brindar un refugio donde puedan sanar y salir adelante”, concluyó.
El testimonio de Andrea Carlín deja en evidencia la necesidad de generar más espacios de atención para mujeres en rehabilitación y resalta el trabajo que realiza el Centro de Fe, Esperanza y Amor para dignificar la vida de quienes luchan contra la adicción.
Llamado a apoyar la rehabilitación de mujeres con adicciones
Por su parte el pastor Bustos Cabrera destacó la urgencia de brindar mayor apoyo a las mujeres con problemas de adicción, señalando que la falta de respaldo familiar es uno de los principales obstáculos para su recuperación.
“Cuando iniciamos el centro, empezamos con mujeres porque era la mayor problemática aquí. No encontraban un lugar donde rehabilitarse, donde aprender a amarse de nuevo”, explicó Bustos Cabrera. A pesar de ello, la demanda por espacios para hombres fue mayor, lo que llevó a la apertura de un área para ellos. Actualmente, el centro atiende a cerca de 90 hombres y 40 mujeres.
El pastor resaltó que muchas familias no apoyan a las mujeres en su proceso de rehabilitación porque ellas suelen ser madres y no hay quién cuide a sus hijos mientras reciben tratamiento. “No nos damos cuenta de que la adicción es una enfermedad que necesita ser sanada. No se trata de encerrar a una mujer, sino de darle la oportunidad de reiniciar su vida”, afirmó.
Bustos Cabrera anunció una campaña de rescate para hombres y mujeres en situación de adicción, la cual será lanzada en coordinación con el alcalde Carlos Villarreal y la directora del DIF. “Es un problema que debemos enfrentar juntos. La drogadicción en mujeres ya no es un tema de vergüenza, sino una enfermedad social que requiere atención real, no solo negocios disfrazados de ayuda”, advirtió.
Además, enfatizó la falta de compromiso de muchas familias con la recuperación de sus hijas. “Aquí hay muchachas que han sido becadas al 100%, sin pagar nada, pero sus familias no vienen a la terapia, no preguntan por ellas. Eso genera resentimiento y dificulta su proceso”, lamentó.
El llamado final del pastor fue a valorar y apoyar a las mujeres en recuperación no solo en el Día Internacional de la Mujer, sino todos los días. “No basta con encerrarlas y olvidarse. La familia debe involucrarse, preguntar por su estado de salud, hablar con el psicólogo. Darles el valor que merecen es un compromiso diario”, dijo.
Expuso que Dios les dió el milagro de crear la vida. Dijo que merecen un lugar especial en la sociedad. “No debemos esperar a que sea el Día Internacional de la Mujer. Tenemos que estar siempre pendientes de ellas, de apoyarlas y amarlas en Cristo. Tienen que enfrentar también problemas, y debemos estar ahí para apoyarlas y auxiliarlas” concluyó.