
La novela negra de periferia se abrió paso en la FILCO
El sábado 15 de marzo, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Coyoacán (FILCO), se llevó a cabo el Primer Ciclo de Novela Negra en Coyoacán, cuya primera charla, titulada "La novela criminal en la periferia", inició alrededor de las 18:40 horas. En ella participaron los escritores José Juan Aboytia, Iris García Cuevas y el lagunero Vicente Alfonso, con la moderación de Carlos René Padilla.
Los autores abordaron cómo este tipo de literatura puede reflejar, visibilizar y llevar a la reflexión en torno a las formas de violencia que se ejercen en aquellos lugares distanciados de las grandes urbes o del centro de México. Los estados alejados de las mayores metrópolis del país, las regiones rurales o las zonas fronterizas "poseen sus propias dinámicas, a menudo ignoradas o minimizadas por la literatura y los medios", apuntó Carlos René Padilla. Desde la migración hasta el crimen organizado o los conflictos territoriales, se trata de realidades que merecen ser narradas.
José Juan Aboytia abrió el panel compartiendo su experiencia al retratar la violencia en la frontera con Estados Unidos, primero en Mexicali, Baja California, y luego en Ciudad Juárez, Chihuahua. Esta última urbe, entre los años 2008 y 2012, era considerada la más peligrosa de la nación y una de las más violentas del mundo debido a sus altos niveles de criminalidad (particularmente de homicidios) derivados de la llamada "guerra contra el narco".
"Estaba comprometido con esa información, con ese material, con los personajes; incluso también me interesaba mucho el lenguaje de las fronteras y las dinámicas que se veían en ambas [...] No era una crónica de hechos, pero eran situaciones reales con personajes ficticios o personajes que podían parecerse a otros. Entonces, me sentía más cómodo, o más bien, con más espacio para escribir acerca de eso", expuso el autor, quien ganó el Premio Estatal de Novela 2008 en Baja California.
Crímenes de Estado
Por su parte, Iris García Cuevas, oriunda de Guerrero, destacó que en esta entidad la violencia se remonta a la década de los setenta, con los crímenes de Estado cometidos durante la Guerra Sucia en el país. "En el imaginario colectivo está la idea de que en realidad quienes están buscando justicia son los guerrilleros, y quienes están perpetrando los crímenes son el gobierno, con el ejército, con la policía. Entonces, es a partir de esta realidad que empiezo a crear las historias", apuntó la finalista del Premio Silverio Cañada a la mejor novela negra publicada en castellano en 2011, quien también destacó que, recientemente, a estos conflictos se les ha añadido la desaparición de mujeres en varios poblados aparentemente tranquilos del estado.
El lagunero Vicente Alfonso también ha abordado las convulsiones de esta región en su literatura, particularmente de Chilpancingo y sus alrededores, donde residió por un tiempo. En su participación, aprovechó para referirse al carácter marginal de la novela negra en sí: "Hay otro nivel de periferia que ocurría hace tiempo y que cada vez, por suerte para nosotros, es menor. Hace 20, 15 años, la novela negra era considerada un subgénero literario, eran ejercicios periféricos a lo que era considerada la literatura seria". Sin embargo, su desarrollo a lo largo de las últimas décadas le ha permitido convertirse en un género que despierta un sentido crítico en el lector ante los discursos oficiales de que "no está pasando nada".
Compromiso con la realidad
De este modo, la novela negra en México, más allá de estar compuesta por ficciones sobre hechos extraordinarios que han de resolverse por un detective, es un registro y una crítica de la criminalidad en una nación dominada por la corrupción y la impunidad, donde el ciudadano común es el que resiste y lucha contra un sistema del que no se puede obtener justicia. Ejemplo de ello son las fosas clandestinas encontradas recientemente en Rancho Izaguirre, Jalisco, descubiertas por familiares de personas desaparecidas.
"El crimen no es esta cosa fortuita que le pasa a alguien y que una vez que se resuelve el crimen se termina, sino que es una constante donde algunas personas ejercen el mal porque pueden, porque es la única manera de sentir que no son impotentes. La impunidad da la oportunidad de sentirse potente", expresó García Cuevas.
"Citaba yo a Juan José Saer, este escritor argentino, cuando decía 'no se escriben ficciones para eludir la realidad, sino para complementarla'. Entonces, frente al lugar común que nos dice que la ficción puede tomarse cualquier atributo, yo asumo más bien la ficción como un compromiso donde uno tiene que conocer la realidad y justamente escribir una ficción para tratar de echar luz sobre esas zonas oscuras a donde la investigación de lo fáctico y comprobable no puede llegar", concluyó Vicente Alfonso.