'La Reina del Aire', la historia de la radiodifusora de Ciudad Acuña más poderosa de América
Al borde del río Bravo existió una radiodifusora que tuvo gran alcance en los años treinta del siglo pasado. El polémico doctor John R. Brinkley era el dueño del micrófono en la XER, más adelante XERA, cuyas instalaciones se encontraban en Ciudad Acuña, Coahuila. Su carisma fue hito en las comunidades rurales de la frontera.
El investigador José Luis Ortiz Garza (Torreón, 1954), doctor en Comunicación por la Universidad de Granada, es quien se ha interesado en su historia y hoy presenta la tercera edición de su libro titulado ‘La Reina del Aire. La increíble historia de la radiodifusora mexicana más potente del mundo en los años 1930’ (Editorial Adastra, 2024).
“Esta es la historia de una estación en Ciudad Acuña, cuando era Villa Acuña. Fue la estación más potente del mundo en los años treinta. Fue una revancha de México contra Estados Unidos. El gobierno de Estados Unidos se había apropiado de todos los canales de alta potencia en el espectro y México, cuando empieza la radiodifusión, necesitaba tener canales que llegaran a toda la república”, dijo el autor en entrevista exclusiva con El Siglo.
Se trataba entonces de una disputa de ambos países por el espacio radial. Estados Unidos no quería que las radiodifusoras mexicanas se escucharan en su territorio, pero las estadounidenses sí llegaban al lado sur de la frontera. Es en ese momento cuando surge la figura de John R. Brinkley, un controvertido médico estadounidense, famoso por trasplantar testículos de chivo en sus pacientes que buscaban mayor potencia sexual.
“Además, pone una clínica y hace consultas al aire para vender medicamentos fraudulentos. Su estación tiene un éxito enorme, porque llega a la población rural (de Estados Unidos) y empieza también a hacer trasplantes de próstata. Entonces el gobierno de Estados Unidos le prohibe que ejerza la medicina y le cierran la radiodifusora, en el momento en que México ya estaba harto de que Estados Unidos no le hiciera caso”.
John R. Brinkley se trasladó a la frontera y manifestó el deseo de poner una radiodifusora con gran potencia en México. Tal fue su ímpetu y ambición que logró la aprobación de Juan Andreu Almazán, entonces secretario de Comunicaciones y Obras Públicas. Así, en 1932, fundó la XER en Ciudad Acuña.
“Pone una estación que es 100 veces más potente que la XEW, con 50 watts de potencia. Y los gringos se quedan espantados: ‘¡Oye! ¡Me vas a invadir todo el territorio!’. ‘Pues me vale, o tú me das permiso o yo lo dejo en la frontera’. Los gringos no dan los permisos a México, Brinkley empieza a transmitir y se arma un escándalo en Estados Unidos, porque la gente empieza a oír a este señor en muchas estaciones cercanas. Siguen las negociaciones, van a Madrid y allá México vuelve a pedir las frecuencias en términos de una conferencia internacional. Se las vuelven a negar y dicen: ‘¡Ah! ¿No me las das? Si con 50 mil watts ya te causé problemas, le voy a permitir 500 mil watts”. Acuña, donde tienen la estación, empieza a tener tales instalaciones de técnicos, electricidad y de artistas, que hace que la estación se vuelva famosísima en Estados Unidos”.
El conflicto binacional siguió. México decidió darle a la XER hasta un millón de watts, algo que ninguna estación de radio del mundo tenía en ese momento. Las transmisiones continuaron con música hispana conquistando el territorio estadounidense y una programación fraudulenta, dirigida a comunidades rurales con alto índice de analfabetismo, involucrando a astrólogos, adivinos y demás charlatanes. Según el historiador Erik Barnouw, Brinkley fue un tipo que vulgarizó a la radio.
“Este hombre, Brinkley, era multimillonario. Un hombre con un carisma increíble. Es considerado uno de los cuatro locutores más grandes en la historia de Estados Unidos. Pone una mansión gigantesca en Del Río, Texas. Pavimenta calles de Acuña. Erik Barnouw, el historiador más grande de la radio en Estados Unidos, dice que de todos los (locutores) de los años veinte, Brinkley es la figura principal. Y ese estuvo en Acuña”.
Brinkley murió en 1941, tratando de recuperar la XER. El gobierno mexicano se la había expropiado con el argumento de que este era pronazi.
El libro de José Luis Ortiz Garza ya se encuentra disponible, en inglés y español, en la plataforma Amazon. Su investigación fue realizada durante siete años en 15 archivos de 10 ciudades distintas entre Estados Unidos y México.