No sé si a usted le ha pasado, querido lector, pero a mí sí me han acusado algunas veces de usar palabras “domingueras”. Y bueno, entiendo que me lo dicen con el sentido de que uso palabras que no se usan muy comúnmente o que suenan “elegantes”, pero ¡para nada! Le doy un ejemplo y luego usted ya me dice: En un grupo de WhatsApp unos excompañeros de escuela organizaban una reunión de último momento. Yo respondí que me era imposible asistir porque tenía un compromiso adquirido con antelación. ¡Olvídese! Por meses “no me la he acabado” en el grupo y para todo usan la palabra en tono de burla: “Vamos a juntarnos con antelación” y cosas así, sin sentido.
En fin, yo lo que quiero compartirle a usted son las palabras verdaderamente domingueras, porque en realidad no sabemos bien por qué les llamamos así. ¿Qué acaso nada más se pueden usar en domingo? Lo que pasa es que originalmente la frase se refería a palabras que tienen que ver con el Señor, o sea, con la Iglesia y la religión.
El día domingo, como sabemos, es el día del Señor, eso significa en latín dominicus porque el Señor es Dómine, o sea el que manda, el que organiza todo el negocio. El domingo se dedica especialmente a los oficios religiosos. Eso nos lleva a otra palabra: lo eclesiástico. ¿Qué es eso? Es lo relativo a la ecclesia, a la Iglesia, claro. Hasta ahí vamos muy bien, como el tipo que se aventó de un edificio altísimo y a la mitad dijo: “pues vamos muy bien, no me ha pasado nada”.
No debemos confundir lo eclesiástico con lo ecléctico, aunque ambos términos suenen tan parecidos. Ecléctico es de origen griego y viene de eklegein que significa escoger. El ecléctico es muy selectivo porque escoge entre varias opciones la que le parece mejor, después de hacer un análisis de las conveniencias o inconveniencias de cada caso. El ecléctico sabe escoger lo mejor.
Esto, por supuesto, no tiene nada que ver con el escéptico. El escéptico es el que todo lo pone en duda. Que si existen los ovnis, que si te sale el chupacabras, que si viste un fantasma… ¡No te creo nada! Así reacciona el escéptico. El escéptico necesita pruebas para creerte.
Luego tenemos también el escolástico. Se parece la palabra, pero también es algo diferente. El escolástico es el que piensa de acuerdo con una doctrina de la Edad Media que se basaba en el pensamiento aristotélico. Haga de cuenta que es miembro activo del club de admiradores de Aristóteles; ese es el escolástico.
Tenemos a otro que es el estoico. Bueno, es el que practica el estoicismo. Ah, pues me quedé igual, dirá usted. ¿Pero en qué consiste esa corriente filosófica? El estoico es el que aguanta vara, el que permanece ecuánime ante la desgracia.
Y ahora, ante la desgracia de que hemos llegado al final de este espacio, me despido estoicamente de usted.
¡Hasta luego! Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.
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ME PREGUNTA Tatiana Flores: ¿Se puede decir “concientizar” con el significado de “hacer conciencia”?
LE RESPONDO: Pues sí se puede, es más, así es como más comúnmente se usa, porque según el Diccionario deberíamos decir concienciar y esa es una palabra que en la vida real yo nunca he visto que alguien la use. En su más reciente edición, el Diccionario de la Lengua Española acepta ambas formas.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Muchos políticos aseguran que tienen la conciencia limpia. Yo digo que lo que tienen es mala memoria.