Los mexicanos tenemos un tesoro que le hemos regalado al mundo. Además de las bellezas naturales y nuestra cultura, también hemos aportado con nuestras lenguas aborígenes. Actualmente, tenemos un idioma maravilloso, el español mexicano, con su propia historia y su propio léxico, con todos sus vocablos náhuatl que le cantan su nombre al Popocatépetl y al Iztaccíhuatl.
Ya le he comentado antes que Iztaccíhuatl no significa “mujer dormida” sino mujer de sal o mujer blanca, que para nuestros antepasados era lo mismo. Iztac en náhuatl significa blanco y cíhuatl quiere decir mujer, así que, aunque la tradición la señale como “la mujer dormida”, la traducción exacta es mujer blanca.
Estuvo demasiado tiempo ahí, por eso seguramente se quedó dormida.
El náhuatl es la madre de nuestras lenguas aborígenes y es como una canción eterna. Fíjese cómo tiene esa gran musicalidad que uno percibe al pronunciar cada nombre, cada vocablo, como xóchitl que es la flor o citlali, que es una estrella. Atole, tamal, comal, nopal, pinole. ¿Sabrán las nuevas generaciones de qué estamos hablando? Espero que sí, que sepan que el pinole es harina de maíz tostado que, mezclado con piloncillo, sabe delicioso.
El metate y el molcajete, conceptos primitivos muy nuestros que nunca podrán ser desplazados totalmente por la licuadora para hacer una salsita picosita y deliciosa que enaltezca el sabor de cualquier taco de carnita o de frijol.
El mecate es una soga hecha con fibra de ixtle y que da pie a que exista el mecapalero, folclórico cargador de bultos pesados, que se llama así por su inseparable mécatl, el mecate, instrumento básico para su trabajo.
Nosotros no tenemos goma de mascar, tenemos el chicle. Para nosotros es chicle y si nos fuéramos más atrás sería sictli, un producto que, al igual que chocolate y cacahuate, México le ha regalado al mundo.
Originalmente, el sictli o chicle se extraía de un árbol llamado chicozapote y ahora ya ha pasado a ser un producto esencialmente creado a base de química. Si usted tiene chilpayates sabrá que es como conocemos a un niño chiquito, pero también son niños los chamacos y los escuincles.
Pues chilpayate, chamaco y escuincle son vocablos nahoas que significan básicamente lo mismo, aunque en sentido figurado porque originalmente el chilpayate es un gusanillo, el chamaco viene de chamáhuac que es un elote tierno y el nombre del escuincle viene de la palabra itzcuintli que era una especie de perrito.
Son palabras tiernas que usaban nuestros antepasados para los niños y que se siguen usando hasta nuestros días.
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ME PREGUNTA Magaly Sánchez: ¿De dónde proceden los gitanos y por qué se les llama así?
LE RESPONDO: Los gitanos eran unos pueblos nómadas que llegaron a Europa Central en el siglo 15. Se dice, más como leyenda que como dato histórico, que procedían de Egipto y que por eso en un principio se les llamó Egiptanos, nombre que con el tiempo se ha convertido en gitanos.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Diplomacia es saber decir “¡qué bonito perrito!”, mientras encuentras una piedra.