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Las palabras tienen la palabra

Es tradición así decirlo

JUAN RECAREDO.-

Cuando se quería referir a una situación dudosa o incierta, mi abuela sabia solía decir que estaba “entre azul y buenas noches” y la verdad yo entendía el sentido de la expresión, pero no me podía explicar por qué se decía así: como que no había mucha relación entre el color azul y el saludo que se da cuando se le desea a alguien que tenga buenas noches.

Como todas las cosas, cuando al fin encuentras la explicación, te parece bastante lógica y hasta te preguntas: “¿por qué no lo había pensado antes?” Entre azul y buenas noches se refiere, en primer término, al color azul del cielo cuando amanece un día claro y buenas noches, obviamente se refiere a cuando cae la noche y la luz del sol ya no está presente. Si estás entre el amanecer y la noche, no estás muy claramente definido porque esos son precisamente los extremos del día. 

Cuando una persona está muy enojada, decimos que está “como agua para chocolate”. Esa es otra expresión a la que yo no le encontraba mucho sentido, hasta que me encontré esta explicación: para una persona estar como agua para chocolate significa estar muy enojada, colérica, irritada, furiosa, echando chispas, está que muerde, que patea. Está que hierve de coraje porque el agua, para hacer chocolate, debe estar sumamente caliente. El agua o la leche, porque hay personas —y entre ellos me incluyo— que prefieren el chocolate elaborado con leche, pero no importa, el líquido en que se cuece el chocolate debe estar muy caliente, como la persona que hace un tremendo coraje.

Otra costumbre, que es como una regla de educación, dice que cuando hablas con alguien y te está refiriendo a otra persona elogiándola mucho, debes hacer la observación pertinente para que tu interlocutor —la persona que escucha— no se sienta menos que la persona referida.

O sea, que si yo hablo con Carlos acerca de José y digo que es un tipazo, que es muy buena gente, muy buen amigo y en general “le echo muchas flores” debo hacer una pertinente aclaración, para que Carlos no se sienta menos —qué acomplejado Carlos, ¿no? —. Entonces intercalo la frase “sin agraviar a lo presente” o sea que, como el verbo agraviar significa ofender, la persona presente que es Carlos, no debe sentirse ofendido porque hablo bien de José, y que reconozco que Carlos también tiene lo suyo, que también es bien amigo.

Aunque le aseguro que muchas personas lo dicen sin saber siquiera lo que quiere decir, en algunas regiones se dice “sin agraviar a lo presente”, otras dicen “sin ofender a usted” o “sin afán de ofender” o simplemente “sin ofender” o bien “mejorando lo presente”. De lo que se trata a fin de cuentas es que la persona que escucha no se sienta incómodo si hablan bien de otro y a él “lo hacen menos”. 

¡Pues qué ganas de ofenderse!

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.

[email protected] X: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA Fer Rodríguez: ¿De dónde salió la palabra escuincle?

LE RESPONDO: Escuincle proviene de itzcuintli, una palabra de origen náhuatl que significa perrito. Nuestros aborígenes les decían así a los niños, no en tono despectivo sino con cariño.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA. Según Confucio: “Un hombre que tiene un alma hermosa tiene siempre cosas hermosas que decir, pero un hombre que dice cosas hermosas no tiene necesariamente el alma hermosa”.

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