Cada vez que se acercan las fechas navideñas —todavía falta mucho– surge la duda: ¿qué cenaremos? En donde yo vivo —la parte norteña de México— se acostumbra cenar, por ejemplo, la pierna o el lomo de cerdo en adobo, el pastel de carne, y de unos años para acá, se ha vuelto muy popular hornear un pavo, ya sea ahumado o natural, adobado o como más le guste, pero esta seguramente es una costumbre que hemos tomado de nuestros vecinos gringos.
Cenar pavo está bien, a mí sí me gusta y es relativamente fácil de preparar; se le pueden agregar muchas cosas para que agarre un buen sabor, porque así sólo, la “carnita” del pavo suele ser desabrida y reseca. Hay que hacerle un buen gravy, ya sabe usted, esa salsa o aderezo que se le pone para que sepa mejor.
Por cierto —y por si alguien se lo preguntaba—, la palabra gravy es tomada directamente del inglés y no tiene un equivalente en español, más que “salsa” pero como podría confundirse con una salsa picante o de otro estilo, mejor usamos gravy y así todos nos entendemos. Los ingleses formaron la palabra gravy desde el francés gravé, que era como llamaban a los jugos naturales que brotan de la carne cuando se cocina.
Le comentaba que según la región es la costumbre para la cena navideña, a menos de que se trate de los tradicionales tamales, que esos creo yo que son acostumbrados en todo el país. Algunos le entran duro al pozole y al menudo, para otros lo bueno es la birria y la carne asada, la clásica ensalada de manzana no falta y para muchos más, el bacalao y los romeritos son de los platillos predilectos para disfrutar en Nochebuena.
Aquí en mi tierra no es muy común lo de los romeritos y el bacalao, pero definitivamente son deliciosos. El bacalao es un pez de color verde olivo que se cocina de diferentes maneras según el gusto, y sobre los romeritos, me llama mucho la atención que éstos no tienen nada que ver con el romero… sí, ese que está floreciendo como dice la canción navideña de Los peces en el río.
Para que no se me confunda, le digo que el romero es un arbusto muy común en España, muy aromático y por eso, sus hojas se usan para darle sabor a la carnita, a las salsas y a una infinidad de alimentos. El romerito, aunque se llame igual que el romero nada más que en diminutivo, no es un arbusto sino un quelite, es decir, un tipo de hierba con hojas tiernas y que se cuece en agua y con ello se hace un sabroso guisado, que es el que se acostumbra sobre todo en la Ciudad de México y en toda esa área del país.
Antes de irme, me devuelvo rápidamente a la palabra romero, que además de ser el arbusto que ya le comenté, también tiene el significado de “peregrino”; como los primeros peregrinos que se dirigían a Roma para visitar la tumba de san Pedro, de ahí se tomó la raíz de Romaeus que significaba “romano” y nació romero como peregrino, aunque ahora se dirija a cualquier otro lado, no necesariamente a Roma.
“¿Y la romería?”, pregunta un lector apurado porque ya me veía retirándome, a lo que le respondo que la romería es una peregrinación —obvio— pero también alguna fiesta popular donde hay baile, comida, bebida… incluso, a la gran cantidad de personas que están en un lugar, se le llama romería.
Y antes de que aquí se convierta en una de ellas, me retiro.
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ME PREGUNTA Karina Ramos: Cada vez que pedimos una pizza surge la duda: ¿así se escribe en español y cómo se pronuncia?
LE RESPONDO: En español se escriba pizza, aunque la Academia Española pide que se use letra cursiva por no tener adaptación al español. Pizza se debe pronunciar como en su lengua original: pítsa, pero no debe decirse pisa o picsa.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Si es cierto que “somos lo que comemos”, entonces soy una delicia.