No digo nombres porque, para ser sincero, mi integridad física peligraría si lo hiciera, pero fíjese que tengo una cuñada… bueno, tengo varias, pero una en especial presenta evidentes vicios a la hora de usar el lenguaje. Uno de esos vicios o errores seguramente usted los ha escuchado por ahí.
No me lo crea, pero en la vida diaria soy muy tolerante con la gente que comete errores al usar el lenguaje. ¡Ni modo que me la pasara regañando gente! Pero esa cuñada que le digo, esa sí "se la baña" como decimos los norteños, o sea que "se excede" al cometer errores.
Lo que ella hace es precisamente eso: excederse, porque a muchas palabras -sobre todo a verbos- les agrega una o varias letras al final, o cambia algunas por otras. La vez pasada me preguntó: "¿A dónde fuistes? Te esperamos pero puesn no llegastes. De hecho, no llegó nadien". Y yo me arranco diciéndole con sarcasmo: "Y cuando andábanos cortando rábanos… íbanos y veníanos o nomás mirábanos…
No le cae muy en gracia que le diga eso, no sé si por el sarcasmo o porque no le entiende. Cierto día estábamos en una plaza y me dijo: "Tu hijo trae la camisa rota, ¿lo vistes?" Yo le contesté de inmediato: "No, normalmente su mamá es quien lo viste… yo creo que no se dio cuenta". Por supuesto que no entendió mi impecable sarcasmo y siguió diciéndome: "Es que no vistes como traía la camisa rota…"
Vistesss, vinistesss, salistesss, comistesss… esa letra 's' agregada al final de estos verbos conjugados en segunda persona del pretérito simple, es una maña que, no sé a usted, pero yo al escucharla, me retiemblan hasta las entrañas, por no decir otra cosa más grosera. Este fenómeno de agregarle letras a las palabras se llama paragoge y es una palabra que viene del griego; para significa "junto" y gogé significa "llevando", o sea que estas palabras no tienen más remedio que llevarse junto con ellas las letras que les cargamos de más al final.
"Yo lo vide con mis propios ojos", en ese caso vide debe ser "vi"… y claro que es con sus propios ojos, ni modo que lo vea con los de otro señor. Tampoco se debe decir huespede porque lo correcto es "huésped".
Dicen los expertos que la paragoge se manifiesta desde la Edad Media porque se trata de la conjugación de "vosotros"; otros dicen que agregar una letra a los versos para que cumplieran con cierta métrica era una práctica común en el pasado.
Pues eso está muy bien, pero la verdad es que ni mi cuñada ni otros que están igual que ella usan el "vosotros" o saben hace versos; agregan letras a las palabras simplemente por una mala costumbre o vicio. Así de simple.
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] X: @donjuanrecaredo
ME PREGUNTA Eugenio González: ¿Sabe usted qué es "deferente"?
LE RESPONDO: Sí, Eugenio. Lo deferente es lo respetuoso y cortés.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Donde termina el esfuerzo, comienza el fracaso.