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Las tres estrategias de Trump

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Estados Unidos termina el primer cuarto del siglo XXI metido en serios problemas producto en parte de la forma de liderazgo mundial que construyó y de la negligencia reciente de sus élites políticas y económicas. La problemática es compleja, pero tiene tres componentes principales.

Primero la división interna producto de una creciente polarización social alimentada por la brecha económica ha provocado que los múltiples grupos que conforman la sociedad estadounidense estén cada vez más distantes y enfrentados. El poder político cada vez encuentra mayores obstáculos para avanzar sus planes y programas. En segundo lugar, EUA encara en el plano internacional una formidable rivalidad con China, una potencia sumamente competente en tecnología avanzada, capacidad industrial, volumen económico, a la par de que ha ido incrementando su poder militar y sus alcances políticos. Como tercer y último punto, la potencia americana se encuentra en los límites de su capacidad económica debido a un problema triple. Arrastra un déficit comercial crónico que hoy ronda el billón de dólares que equivale a 4 % del PIB; un déficit público que en 2024 fue de 1.8 billones de dólares, 6.3 % del PIB, y una deuda que rebasa los 35 billones de dólares, que equivale al 123 % de su PIB.

¿Cómo puede una potencia lidiar con un sistema cada vez más complejo y competido cuando su gobierno carece de poder eficiente y efectivo, tiene frente a sí un rival muy capaz como China y camina año con año hacia la inviabilidad económica? Y aunque les cueste reconocerlo, estos problemas fueron generados dentro de EUA, principalmente por sus élites, a las cuales, dicho sea de paso, pertenece el propio Donald Trump. La retórica estridente y caótica del presidente tiene como objetivo distraer la atención de las verdaderas causas del problema para depositarla en chivos expiatorios: México, Canadá, Europa, China, los inmigrantes, etc. Pero aunque muchas de las cosas que dice parecen auténticos sinsentidos, debajo existen estrategias vinculadas con doctrinas que su gobierno está siguiendo. Identifico tres.

La primera tiene que ver con la política interna y su objetivo es superar el problema de la dispersión del poder político. La estrategia se basa en la Teoría del Ejecutivo Unitario (TEU) y su principal impulsor es Russell Vought, director de la Oficina de Administración y Presupuesto, que depende de la oficina del presidente. Vought es uno de los coautores del polémico Proyecto 2025, una hoja de ruta ultraconservadora de la que Trump intentó distanciarse durante la campaña, pero que hoy está siguiendo en sus acciones. La TEU es una tesis jurídica que se basa en una interpretación del Artículo Segundo de la Constitución de EUA. Bajo esta interpretación, la doctrina Vought plantea que dentro del Ejecutivo el presidente tiene un poder ilimitado. Es decir, dentro del gobierno federal no existe agencia, departamento u oficina que pueda oponerse a las órdenes del presidente.

Históricamente el presidente de EUA, además de ser supervisado y controlado por los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, ha enfrentado controles y frenos internos de lo que se conoce como Estado profundo. No se trata de una teoría de la conspiración, sino de la existencia de un cuerpo profesional de funcionarios y burócratas que no sólo mantienen la cohesión y continuidad del gobierno, sino que también ejercen un papel discreto pero importante en la ejecución o no de las órdenes presidenciales. De hecho, ese Estado profundo es el que impidió que muchas de las medidas de Trump durante su primera administración se llevaran a cabo. Con la doctrina Vought, el actual jefe del Ejecutivo, a través de sus múltiples órdenes, lleva a cabo un barrido del aparato burocrático para desaparecer el Estado profundo, eliminar la oposición a sus planes y la vigilancia interna sobre sus acciones. Con la TEU, Donald Trump intenta revertir la dispersión del poder para ejercer un ultrapresidencialismo que le permita aumentar su verticalidad y control.

En política exterior se aplica la estrategia de la dominación sin hegemonía, la doctrina Rubio. Se basa en la Teoría de la Estabilidad Hegemónica, en la cual mientras una potencia cuenta con la voluntad y capacidad de organizar el sistema mundial, y hacer ver al resto de países que su liderazgo es benéfico no sólo para ella sino también para el resto del mundo, la estabilidad del sistema puede mantenerse. Cuando dicho liderazgo es cuestionado dentro o fuera de la potencia organizadora y, sobre todo, cuando pierde sus capacidades organizativas, la hegemonía se diluye y da paso a un ejercicio puro de dominación. La dominación significa imponer los intereses nacionales sin cuidar las formas para mostrar un liderazgo "benigno" y/o necesario, como lo hizo EUA después de la Segunda Guerra Mundial.

El encargado de ejecutar la estrategia es Marco Rubio, jefe del Departamento de Estado, que plantea que toda acción de su país en el mundo debe ser sometida al filtro de tres preguntas: ¿hace más seguro a EUA? ¿Lo hace más fuerte? ¿Lo hace más próspero? Si la respuesta es sí, adelante. Bajo esta óptica, los únicos intereses que cuentan son los de la potencia americana para desplegar un nuevo nacionalismo expansivo que pone la mira en espacios extraterritoriales para aumentar "la seguridad" del país, proyectar fuerza a través de un ejército más poderoso y construir una prosperidad privilegiada, es decir, excluyente, que se opone al concepto de prosperidad compartida que promueve China.

La tercera estrategia tiene como objetivo la disrupción del orden económico global, y es conocida como doctrina Miran, de la cual ya he hablado en artículos anteriores. En noviembre de 2024, el economista Stephen Miran publicó un ensayo (Guía de usuario para reconstruir el sistema de comercio global). Hoy es el jefe del Consejo de Asesores Económicos del presidente Trump. La estrategia que propone Miran es compleja. Se basa en aplicar aranceles graduales como mecanismo de negociación y de disminución del déficit comercial, acabar con la sobrevaluación del dólar sin hacerlo perder su posición de privilegio, atraer la inversión industrial a EUA, hacer sus exportaciones más competitivas y, a través de las negociaciones arancelarias, obligar a los países tenedores de bonos estadounidenses a aceptar condiciones más favorables para la potencia americana y su deuda, so pena de perder el paraguas de protección militar estadounidense.

En suma, lo que propone Miran es trasladar la carga del "imperio" a los contribuyentes externos, lo que permitiría a Trump aligerar la carga del déficit fiscal y la deuda, además de poder cumplir su promesa de bajar los impuestos a los corporativos, élites y un sector de la clase media en 2026, año de elecciones intermedias. La apuesta es de alto riesgo. Muchas cosas pueden salir mal y acelerar el declive estadounidense. ¿Quemó Trump ya todas sus naves?

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