La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, fue el evento que constituyó los fundamentos de la evolución del desarrollo moderno de toda sociedad. Después de esa fecha no ha habido otro cimiento más significativo para el desarrollo de las comunidades.
Hasta ahora la vida de cada individuo se horma en función de la comunidad a la que pertenecía. El agricultor, artesano, el agricultor, fabricante de velas, el comerciante, el panadero, el soldado, funcionario público, a que se enfrenta cada uno para adaptarse y realizar cada una de sus actividades y obligaciones, adaptándose dentro sus propias características de su quehacer. Así se asegura la individualidad para que la sociedad marche dentro de las normas y sus innumerables variantes, procurando siempre la sana convivencia.
Durante los siglos que siguieron las sociedades han mantenido su existencia en relación con las necesidades de sus miembros y así con el tiempo se han ido perfeccionando.
La vigencia de los derechos humanos reside en todo el actuar del individuo y por lo tanto, conlleva la responsabilidad de cada uno frente a sus derechos y deberes.
Lo anterior es así tanto que el progreso de las sociedades se entiende en la medida en que la persona es capaz de fundirse e identificarse con su entorno. La realización de los derechos personales está en función de la transformación personal y en la capacidad de cada quien. Hasta aquí la operación formal de los derechos universales consagrados en las constituciones de casi todos los países del mundo
Ahora hemos llegado a la nueva etapa en la que hay que saber incorporar nuevas formas de desarrollo respetando las que ya están fundidas en nuestras leyes y que son los derechos sociales considerados como dogmáticos.
Hay áreas que esperan solución aún cuando la realidad en que se encuentran están en feroz desequilibrio costando miles de millones de vidas humanas y de recursos naturales. Es una fortuna que la prohibición del uso de armas nucleares haya bloqueado que se produzcan mayores estragos humanos y materiales. No hay que abandonar la confianza en que prevalezca el logro de la paz.
Están por llegar etapas enteramente nuevas que incluyen nuevos derechos siempre humanos, hasta ahora inexplorados que aún están por descubrirse conforme a los avances de las ciencias.
Los problemas demográficos, la especulación académica y todo lo relativo a nuestro hábitat, forman los nuevos espacios que ensancharán nuestra visión cósmica a realidades que desde ahora están por venir.
Hay que apartarnos de la masificación porque es justo lo que buscan los gobiernos autoritarios que aspiran manejar a las masas dominadas por conceptos huecos prefabricados a su antojo.
El secreto del progreso que nos espera depende precisamente de la voluntad de cada miembro de la sociedad.