En la era Trump, Musk, Kennedy Jr. y un largo etcétera, pensar y repensar las tragedias producidas por el ser humano contra su casa, la Tierra, y contra la Naturaleza es obligatorio. Aunque sobran los trumps y los musks, y el mismísimo Robert Kennedy Jr, nauseabundo secretario de salud, flamante mano derecha de Donald, nadie, en el mundo, es tan ajeno al cambio climático como ellos. Dicho trinomio es adepto al creacionismo. Su filosofía no admite disenso: la Naturaleza es la responsable de su propia destrucción y poco tienen que ver las actividades humanas con las enfermedades de la Tierra.
No soy experto en medio ambiente y quizás los ocasionales lectores tampoco lo sean, sin embargo, a todos nos concierne el futuro de la Tierra y el ideario del equipo de Trump: adueñarse del mundo es su meta. Por fortuna, no todos los estadounidenses son trumps. El descontento en algunos estados empieza a manifestarse. El malestar contra Kennedy Jr, es evidente: lo detestan 75 premios Nobel estadounidenses y la comunidad científica. Kennedy negó la pandemia, y ahora desea recortarle fondos a la Organización Mundial de la Salud y continuar con su postura antivacunas. La suma Trump, Musk, Kennedy Jr. es cancerígena.
Algunos datos actuales sobre Trump. Su popularidad empieza a decaer: ronda 45%. La desaprobación aumenta: entre el 39% y el 46% no están de acuerdo con su gestión. Sólo el 16% concuerda con su deseo de adueñarse de Groenlandia, y, únicamente el 29% se adhiere a su intención de recuperar el Canal de Panamá, y, last but no least, sólo 29% aprueba su manejo de la politización del sistema de justicia.
El daño al medio ambiente conlleva alteraciones a la salud. La desinformación sobre la situación de la Tierra agrava la situación. Como siempre, pagan las clases depauperadas y las naciones pobres. Propagar mentiras y desacreditar a científicos y a profesionales de la salud es una de las armas favoritas de Musk-Trump-Kennedy Jr. Al hacerlo dañan los sistemas de salud pública. En la era de los tiempos líquidos, y de las noticias falsas, las mentiras viajan más rápido y tiene más adeptos que los hechos reales.
Naomi Oreskes, reputada historiadora de la ciencia, profesora de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad de Harvard, experta en calentamiento global y asuntos ambientales, se ha empeñado en desmontar teorías falsas como el negacionismo climático y, entre otras luchas, afirma que, en Estados Unidos, cuando suceden fenómenos meteorológicos, no se menciona la responsabilidad del cambio climático en el medio ambiente.
Urge actuar. Trump y su camada han retirado a su país del Acuerdo de París. Decisión trágica: EU es el primer responsable del calentamiento global; dicha decisión une a la nación más poderosa del mundo con Libia, Irán y Yemen, naciones no firmantes de los pactos de la Organización de las Naciones Unidas y de los Acuerdos de París. Menuda compañía: los esbirros de Donald deben sentirse orgullosos.
La apuesta es clara. Es imprescindible reducir las diferencias económicas entre naciones para luchar contra el cambio climático. Al lado de los dirigentes estadounidenses milita Jair Bolsonaro, cuya meta, no escrita, fue destruir la amazonia. Mientras no se reconozcan las interconexiones entre nuestra especie y la naturaleza, la Tierra seguirá padeciendo.
El cambio climático nos atañe a todos. Basta ver la Tierra enferma para entenderlo. Basta escuchar al trinomio Musk-Kennedy-Trump para comprender el poder y los alcances de su fanatismo y del creacionismo. Levantar la voz es necesario. Los científicos calculan que no queda mucho tiempo para revertir y detener la destrucción de nuestra casa.
*Médico y escritor