En marzo de 2021 el general Glen VanHerck, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, hizo una declaración que cayó como bomba en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador: el militar aseguraba entonces que entre el 30 y 35% del territorio mexicano estaba controlado por el crimen organizado. Era la primera vez, si no me equivoco, que una autoridad de primer nivel en la región intentaba cuantificar las dimensiones del problema de la inseguridad en México.
Al día siguiente, el 18 de marzo, con su habitual simplismo cínico el entonces presidente López Obrador negó que fueran ciertas las afirmaciones de VanHerck: "No es cierto lo que se sostiene, pero respetamos las opiniones de todos. Nosotros vamos a seguir teniendo buenas relaciones con el gobierno de Estados Unidos, no nos vamos a pelear con el Gobierno de Estados Unidos". Y añadió, refiriéndose al entonces presidente Joe Biden: es "muy respetuoso con nosotros y no nos metemos, el respeto al derecho ajeno es la paz".
El diagnóstico de que una buena parte del país está tomada por el narcotráfico y sus diversos negocios subsidiarios se ha repetido desde entonces en diversos momentos. Pero aun sin estas estimaciones porcentuales, la percepción ciudadana y los datos de diversas mediciones internacionales ubican a varias de nuestras ciudades entre las más peligrosas del mundo.
Mientras tanto, el partido en el poder insiste en que todo esto es falso y que oscuros intereses intentan presentar una imagen falsa de nuestro país. Por eso su molestia con la ONU o con cualquier organización internacional que intente mancillar el buen nombre del gobierno más popular y humanista de la tierra.
Ahora bien, dada la reciente presión de Estados Unidos todo el gobierno mexicano se desvive por ofrecer resultados concretos en la lucha contra el narcotráfico y, de paso (quiero creer), contra el resto de sus negocios ilícitos. Así, por ejemplo, nos acaban de dar a conocer un dato que muestra por sí mismo el peso territorial del crimen organizado tan sólo en Veracruz.
Ahí, se reportó que por lo menos mil cámaras de vigilancia usadas por la delincuencia han sido retiradas en diferentes puntos de ese estado. La información fue dada a conocer hace unos días por la Secretaría de Seguridad Pública en una conferencia encabezada por la gobernadora Rocío Nahle.
Mil es en sí mismo un guarismo imponente. Pero póngase usted a pensar, amable e improbable lector en lo que significa territorialmente que las organizaciones criminales hayan montado una a una, en cientos de calles, estas videocámaras a lo largo y ancho del territorio de Veracruz. Es un trabajo que expresa claramente su poder y (literalmente) amplitud de miras. Con razón el exgobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, dormía tan tranquilo, se sabía muy bien vigilado.
Por supuesto, deben existir muchas más, pero que de entrada hayan sido retiradas ya mil nos habla de las dimensiones del problema que estamos enfrentando no sólo en Veracruz sino en muchos otros estados del país. ¿Cuántas habrá en Puebla, Michoacán, Sinaloa, Guanajuato, Sonora, Jalisco, Chiapas, Guerrero, Estado de México o Oaxaca?
Me choca darle la razón a Trump, pero es completamente cierto lo que acaba de decir hace unos días: "México creo que está muy muy asustado de los cárteles. De hecho, creo que los cárteles controlan grandes secciones de México y no quiero decir eso porque me llevo muy bien con la presidenta". Muy en su estilo, no lo quiso decir, pero lo dijo; y obviamente su gran y "maravillosa" amiga a este lado de la frontera lo lamentó.
Días antes, el secretario de EUA, Marco Rubio, quien normalmente sí quiere decir lo que dice, había descrito la situación de forma bastante cruda: "…tenemos que enfrentar el hecho de que hay partes de México donde los cárteles de la droga son mucho más poderosos que el gobierno. De hecho, es posible que el gobierno ni siquiera esté presente ahí. Ellos son el gobierno".
Las mil cámaras del crimen organizado retiradas recientemente en Veracruz pueden verse como una metáfora de lo que pasa en muchos lugares de México: el crimen vigila más que el Estado, y es seguro que supera a este en muchos otros rubros.
Ahora que andamos de vacaciones o que nos hemos quedado en muchos de esos lugares vigilados únicamente por el crimen organizado, ¿cómo no vamos a tener miedo?