Este amigo mío con el que tomo la copa -varias- los martes por la noche dice que la ciencia tiene como característica principal la insuficiencia.
-Es incapaz de explicar el origen del universo -afirma-. Los científicos hablan del big bang, pero callarán si se les pregunta de dónde vino el big o cuál fue la causa primera del bang. La verdad es que en el principio no fue el verbo, sino el silencio. Ni el incrédulo ni el creyente pueden responder las interrogaciones fundamentales. El escéptico hará alarde de su librepensamiento; el creyente esgrimirá a su dios, llámese como se llame, pero si ambos son sinceros reconocerán a fin de cuentas que lo único que saben es que no pueden saber.
-Lo más sabio -concluye mi amigo- es sorprendernos ante el azar por el cual nos hallamos en el mundo, y justificar ese inexplicable don siendo buenos y haciendo el bien a los demás. Decir eso parece catecismo para párvulos, pero es la mayor ciencia que hay, y la teología mejor.
¡Hasta mañana!...