Tan hermoso es el rancho el Potrero que el frío no quiere irse de aquí.
Le pregunto, molesto, a don Abundio:
-¿Algún día se quitará el frío?
Me responde, lacónico:
-Siempre se ha quitado.
Al término de la cena cuenta el viejo:
-En nuestra noche de bodas Rosa no se quitaba de la ventana del cuarto. Le dije: "¿No vienes a la cama?". "No -me contestó-. Mi mamá me dijo que esta noche va a ser maravillosa, y quiero ver por qué".
Todos reímos, menos doña Rosa. Masculla entre dientes, enojada:
-Viejo hablador.
Don Abundio figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...