Eso le comentó a don Abundio el del Potrero uno de sus hijos.
Opinó el sabio viejo:
-Si tus problemas son de dinero, y con dinero se pueden resolver, entonces no son problemas.
Me admiro ante la sabiduría del ranchero y se lo digo.
Me responde:
-Es que usted es hombre de libros, licenciado.
Yo soy hombre de vida. Dije una vez: -
Tengo hambre,
-No -me corrigió-. Tiene apetito, que es cosa bien distinta. Usted tiene la desgracia de no saber lo que es el hambre.
A veces tardo un par de semanas en ir al rancho. Me lo reprocha:
-El mejor fertilizante de la tierra son los pasos de su dueño.
Añade:
-Hay que querer a la tierra. De ella venimos y hacia ella vamos.
Cosa extraña: don Abundio, que no sabe de libros, me hace pensar más que los libros.
¡Hasta mañana!...