En este momento las estoy mirando. Son las dos golondrinas que llegan cada año a mi casa y en ella hacen la suya.
¿Son las mismas? Todos dicen que sí; yo no podría decirlo. Lo que sí puedo decir es que desde hace varios años un par de golondrinas hacen su nido en mi cochera.
Igual que sus hermanas de Capistrano, nunca faltan a la cita. Y es que la suya es una cita con la vida. Con ella tenemos cita todos. Aun en trance de morir nuestra cita no es con la muerte, es con la vida. Eternamente se repite la vida, y en ella se repite todo. Quizás en ella nos repetimos todos. No lo sabemos ahora. Lo sabremos cuando vayamos a nuestra cita con... iba a decir con la muerte, pero no: a nuestra cita con la vida.