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En tres patadas

Morir buscando

DIEGO PETERSEN FARAH

Hay oficios que no deberían existir. No debería haber un solo niño halcón, ni un joven sicario. No debería de existir el oficio de pozolero ni el de desintegrador de cuerpos. No debería de haber mujeres expertas en armar cuerpos en los institutos forenses, haciendo coincidir brazos con piernas, torsos y cabezas solo por el color de la piel. Pero, sobre todo, nadie debería dedicar su vida a ser madre buscadora. Si existen las madres buscadoras es porque hay un crimen organizado que desaparece personas y un Estado que no solo tolera la desaparición, sino que no hace su trabajo de buscar a ciudadanos a los que otro, impunemente, ha decidido desaparecer.

Nadie eligió el oficio de madre buscadora. A todas ellas las arrolló la realidad, a cada una de ellas el crimen organizado les arrancó a un hijo o una hija y les arrebató el sueño y la tranquilidad. Todas se han enfrentado a unas instituciones de justicia incapaces, gobiernos y gobernantes, desde el presidente de la república para abajo, sordos e indolentes. Lo que nadie les ha podido arrebatar a las madres buscadoras es la esperanza y la fuerza.

El miércoles por la noche asesinaron junto a su hijo Jaime Daniel a María del Carmen Morales, madre buscadora del grupo Guerreros Buscadores de Jalisco. Ella buscaba a su otro hijo varón, Evaristo Julián desaparecido hace 14 meses. Fue una de las madres que abrigó la esperanza de encontrar algún indicio de su hijo desaparecido en el Rancho Izaguirre de Teuchitlán. Los asesinaron en un ataque directo perpetrado por pistoleros encapuchados a bordo de una moto en el fraccionamiento Las Villas, donde vivían en Tlajomulco, el mismo donde fue levantado su hijo en febrero de 2024. Al igual que en el caso de Teresa González Murillo, otra buscadora asesinada en Guadalajara el mes pasado, la Fiscalía del estado se apresuró a decir que nada tenía que ver su muerte con su oficio no deseado de madre buscadora.

Estas madres no son las únicas que han muerto buscando. Un recuento de El Universal ubica al menos a 15 madres más asesinadas en los últimos años mientras buscaban a sus hijas o hijos. Sofía Raygoza en el mes de febrero pasado en Zacatecas y Griselda Adams en Michoacán en "un ataque armado". Antes de ellas, en los últimos siete años, Teresa Magueyal, María del Carmen Vázquez, Blanca Esmeralda Gallardo, Rosario Lilián Rodríguez, María del Rosario Zavala, Miriam Rodríguez, Angelita Meraz León, Brenda Jazmín Beltrán, Ana Luisa Garduño, Gladys Aranza Ramos y Zenaida Pulido Lombera.

Ninguna de ellas debió haber sido una madre buscadora. Ninguna debió morir buscando. A todas ellas el Estado mexicano les falló dos veces.

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