1813, las tropas napoleónicas ocupan el Ducado de Parma. En ese momento nacerá Giuseppe Verdi. Aparte de ser uno de los grandes pilares en la ópera del siglo XIX, Verdi jugó un papel muy importante en la consolidación de la República Italiana. Paradójicamente, producto de la invasión antes mencionada, y siendo muy quisquillosos, nació siendo francés y no italiano. De familia muy humilde logra estar bajo el cobijo y apoyo del empresario y melómano Antonio Barezzi. Pero Verdi no sólo recibirá apoyo y educación de su mecenas, sino que se casaría también con su hija, llamada Margherita Barezzi.
Siendo muy joven, cae en sus manos la novela más famosa del poeta Alessandro Manzoni, a saber “I Promesi Sposi” (Los novios). Queda profundamente impactado por el sentimiento con el cual la pareja busca unirse a pesar de las circunstancias por las que atraviesan. Estos sentimientos se hacen más intensos al perder a sus dos hijos y a su primera esposa. Sin embargo su corazón encontró refugio en la soprano Giuseppina Strepponi, quien fuera su segunda mujer. Por ser madre soltera, exitosa e independiente económicamente, fue víctima de un recalcitrante rechazo social. El carácter de Verdi, la fidelidad de la Strepponi y el amor que profesaban, permitieron enfrentar las críticas y los embates de esa sociedad cerrada, logrando permanecer juntos toda la vida. Se dice que fueron éstas las condiciones que alimentaron los personajes de sus óperas.
Una de ellas es la Traviata, que es una adaptación de “La Dama de las Camelias”, de Alexandre Dumas hijo. La Traviata es un drama que versa sobre una mujer de la vida galante consumida por la tuberculosis y el amor por un joven de la “buena sociedad”. Hay quien afirma que Verdi vio reflejada su relación ahí, por tocar el tema del rechazo social y el amor verdadero. Pero lo interesante es que no sólo Verdi se vio reflejado en la novela, sino que el mismo autor, Alexandre Dumas, había atravesado por una situación similar. Resulta que éste también tuvo una aventura amorosa con una tal Marie Duplessis. Ésta fue una mujer tan bella como astuta, condiciones que le permitieron convertirse en una de las cortesanas más ricas y famosas de París. De ahí surgió la idea central para escribir, unos años más adelante “La Dama de las Camelias”. Se le conocía así porque ésta siempre portaba un ramo de camelias en el escote. La novela termina con una impactante frase que reza: “no soy lo suficiente rico como para poder amarla de la forma en que me gustaría; pero tampoco soy tan pobre como para dejarme amar como usted pretende.
La ópera termina mostrando el verdadero y puro amor que un ser humano puede ser capaz de albergar, Ante el asombro de todos. Marie Duplessis de la vida real, Marguerite Gautier de la novela “La Dama de las Camelias”, Violeta Valéry de la Traviata y Giuseppina Strepponi amante, esposa y fiel compañera de Verdi… un mismo arquetipo y 4 cuatro mujeres… hablando el idioma del amor más allá de las apariencias: El final, al menos en la novela y en la ópera debía ser triste.
Ello era necesario, diría Kierkegaard, pues el quedar el amor ahí manifiesto lo hace eterno e incorruptible… en un suspiro.