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Narco-Estado: ¿sí o no?

JORGE G. CASTAÑEDA

Carece de sentido regatearle su medalla a la presidenta por el acuerdo con Trump. En los días y las semanas que vengan, habrá la oportunidad de saber con mayor precisión qué obtuvo y qué cedió cada quien, y qué consecuencias arrojan las concesiones de ambas partes para los objetivos que persiguen. Baste decir que ambos arreglos -el de anteayer, y el de 2019 entre López Obrador y Trump- se parecen como dos gotas de agua. Sabemos que dicha doblegada resultó poco venturosa para México en el largo plazo. Nos trajo mayor militarización, violaciones a los derechos humanos de decenas de miles de migrantes, descontrol y auge del crimen organizado y de los cárteles, todo ello evitando aranceles, pero padeciendo una economía totalmente estancada: un crecimiento per cápita sexenal negativo. Veremos si el acuerdo de Sheinbaum con Trump genera mejores desenlaces, y si el envío hipotético de diez mil tropas a la frontera norte es parte de la "nueva" estrategia de García Harfuch, o más bien la contradice y la debilita.

Más allá de la posposición de los aranceles, sin embargo, figura el tema de la evaluación que hizo la Casa Blanca, en un documento oficial del gobierno de Estados Unidos y de su presidente, de la situación que impera en México. "Los cárteles mexicanos tienen una alianza intolerable con el Gobierno de México… El Gobierno de México ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para fabricar y transportar drogas ilícitas…" Tout le reste est litérature, diría Borges. No recuerdo nada semejante en la historia de las relaciones México-Estados Unidos, y eso que hemos atravesado incontables crisis, ofensas, descalificaciones o ataques. Tampoco se trata de responder que no se está de acuerdo o que ellos son una "pinche bola de gringos marihuanos". Eso puede resultar útil para la taquilla, pero no altera lo esencial. El gobierno norteamericano actual considera que su contraparte mexicano se encuentra aliado con el narco y actúa como cómplice en la fabricación y transporte de drogas a Estados Unidos.

El meollo del asunto radica en la veracidad o falsedad de la aseveración. Si se piensa que los nexos entre el narco y los gobiernos estatales de Sinaloa, Chiapas, Guerrero y Tamaulipas, por ejemplo, son innegables, pero que no involucran a ninguna instancia federal -ni la Guardia, ni el ejército, ni la marina, ni la presidencia- entonces la afirmación de Trump es evidentemente falsa. Si se cree más bien que la estrategia de "abrazos, no balazos", de saludar a la mamá del "Chapo", de visitar Badiraguato seis veces, de recibir dinero del narco en las campañas de 2006, 2012 y 2018, de reducir las detenciones y los decomisos durante seis años, es inconcebible sin el conocimiento y el consentimiento de diversas instancias federales, comenzando por la presidencia, entonces la afirmación de Trump es cierta. Alguien, que, como yo, prefiere la estrategia de no agresión y live and let live (AMLO), a la del combate frontal (Calderón), no puede más que asumir una postura parecida a la de Trump, a la luz de la cantidad de información que se ha generado a lo largo de los últimos años en México y en otras latitudes. Sí, el gobierno de México posee una alianza con el narco.

Ahora bien, lo que creo yo da enteramente lo mismo. Lo importante es que la apreciación oficial de la Casa Blanca se convertirá -si no lo es ya- en la opinión de buena parte del resto de Estados Unidos, de Europa, de América Latina y del mundo. Peor aún, conociéndonos como nos conozco, se transformará rápidamente en la confirmación del punto de vista de millones de mexicanos. Por ejemplo, de los que gritaban o posteaban #Narcopresidente, o de los que le casi creyeron a Xóchitl Gálvez cuando acusó a Sheinbaum de ser una "narco-candidata", o de quienes comparten la idea de decenas de analistas, columnistas, expertos y neófitos en los medios de que vivimos bajo un "narco-Estado". O, también, de aquellos que hayan visto cualquiera de las narco-series en una de innumerables plataformas, desde "Narcos México" hasta "Emilia Pérez". Me atrevería a sugerirle a nuestras encuestadoras que formulen una pregunta sencilla: "¿Cree usted que exista una alianza entre los cárteles del crimen organizado y el Gobierno de México?" Para mandársela a Trump. O mejor no.

Peor aún, para muchos gobiernos, inversionistas, instituciones crediticias internacionales públicas y privadas, la palabra presidencial estadounidense pesa. Todo el mundo sabe que Trump miente como respira, y que sus acusaciones suelen descansar en… nada. Pero subestimar el daño que esta denuncia puede entrañar se antoja ingenuo, en el mejor de los casos. Por eso, más que esperar una disculpa de Trump, que nunca llegará, ni un "certificado de buena conducta", que no será creíble, quizás le convenga al gobierno lanzar una vigorosa -y costosa- campaña internacional de respuesta y rectificación. No en Chimalhuacán, sino en París y Chicago y Tokio y Toronto y Londres y Miami y Singapur y Berlín y Delhi y El Cairo. Con huevos.

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