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Narcogobierno(s)

ÁTICO

DENISE DRESSER

Trump nos pone en la mira. Si la Presidenta no manda señales claras y enfrenta la "pax narca", expondrá a México al garrote gringo.

"Una peste sobre ambas casas", exclama Mercutio tres veces en Romeo y Julieta antes de morir. Maldice así a las dos familias cuya rivalidad lleva a su ruina. Y esa condena a ambos bandos debería aplicarse tanto al oficialismo como a la oposición, ante la acusación trumpista sobre la "alianza intolerable" de México con el narcotráfico. Aunque la 4T responsabiliza al calderonismo, y el PRIAN acusa a López Obrador, la realidad es que todos los gobiernos, de todos los partidos comparten la culpa de la complicidad con los cárteles. Quizás durante los últimos treinta años no se ha forjado una alianza formal como tal, pero sí ha habido silencios y omisiones, negociaciones y claudicaciones. El Estado mexicano lleva décadas infiltrado a distintos niveles. Por cada Genaro García Luna hay un Salvador Cienfuegos. Por cada Édgar Veytia hay un Rubén Rocha.

Nadie tiene las manos limpias. Ningún Presidente(a) puede aventar piedras ya que todos han vivido en casas de cristal. Fox dejó hacer y dejó pasar. Calderón declaró una guerra contra el narco mientras su secretario de Seguridad Pública dormía con el enemigo. Peña Nieto encubrió la complicidad del Ejército con el narcotráfico en el caso de Ayotzinapa. Y López Obrador intentó forjar una paz narca, vía abrazos, no balazos, visita a Badiraguato tras visita a Badiraguato. Ni una sola administración desde el año 2000 logró -o quiso- diseñar una estrategia eficaz que enfrentara la criminalidad. Ni un solo Presidente puede presumir haber combatido la impunidad. Al contrario. Aumentaron los crímenes sin castigo, creció la protección política a los narcopolíticos sexenales, avanzó el control territorial de las bandas delincuenciales hasta convertir a Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa, Chiapas, Guerrero y Tabasco en tierra de nadie. Tierra de plata o plomo.

Hoy hay franjas enteras del país sin autoridad, sin seguridad, sin capacidad gubernamental para combatir la violencia o abatir la inseguridad. Quienes argumentan que "el problema no es México", no conocen México. Quienes afirman que sin demanda de fentanilo al norte de la frontera no habría violencia al sur de ella, están cerrando los ojos. No reconocen la realidad que azota a Acapulco, a Villahermosa, a Reynosa, a Culiacán. La oposición es hipócrita al colocar toda la culpa sobre los hombros de López Obrador, y la 4T es deshonesta al negar la profundización de los problemas bajo su mando. Basta con recordar tanto el discurso como las acciones de AMLO. Cómo después de la segunda captura de El Chapo, no condenó al narcotraficante; habló del "cártel que más roba, el cártel de Los Pinos". Cómo a lo largo de su sexenio buscó humanizar y justificar a los delincuentes, pidiéndoles que se portaran bien y le hicieran caso a sus madres. Cómo dejó ir a Ovidio Guzmán y le salvó el pellejo al general Cienfuegos. Cómo negó la crisis de fentanilo y su producción en territorio nacional.

Trump logra poner a México en la mira por lo que ha pasado y continúa pasando aquí. Por la tasa de homicidios. Por los Guacamaya leaks y lo que revelan sobre la narcopolítica. Por el dinero de los cárteles que fluye en cada proceso electoral, y la influencia que ahora podrán ejercer en el Poder Judicial. Por la reacción de Claudia Sheinbaum ante la operación intrusiva -y no aclarada- para aprehender a El Mayo Zambada, aduciendo que Sinaloa estaba en paz y Estados Unidos desató la guerra. Es innegable que Trump miente y exagera y bullea y chantajea y usa a México de piñata política porque le conviene. Pero México sigue llenando la piñata de dulces, cada vez que Claudia Sheinbaum protege a Rubén Rocha, se placea con Salvador Cienfuegos y arropa a Cuitláhuac García, mientras manufactura apoyo popular envolviéndose en la bandera nacional.

Claudia Sheinbaum ganó tiempo y aplazó los aranceles que Trump amenazó con imponer. Pero no ha logrado frenar la actitud cada vez más agresiva del bully bravucón y sus Rasputines -como Elon Musk- sobre las arremetidas que vendrán. Los ataques con drones, las incursiones de fuerzas especiales en territorio mexicano, las implicaciones de designar a los cárteles como organizaciones terroristas. Si la Presidenta no manda señales claras del combate a los narcogobiernos mexicanos, abrirá la frontera a las intromisiones estadounidenses. Si Sheinbaum no enfrenta la "pax narca", expondrá a México al garrote gringo.

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Escrito en: Ático columnas editorial Denise Dresser

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