Ante las recientes turbulencias en la relación con Estados Unidos separemos los discursos para la galería de los temas sustantivos.
La retórica es cristalina. Para Trump los cárteles tienen una "alianza intolerable con el gobierno mexicano [y eso] amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos". Para Sheinbaum es una "calumnia […] terriblemente irresponsable"; la alianza nociva es entre los criminales y las "armerías de Estados Unidos que [les] venden armas de alto poder".
En ese plano visible y público ambos utilizan las omisiones y los silencios. Cuando la presidenta anunció que se posponía un mes la imposición de aranceles añadió que "Estados Unidos se compromete a trabajar para evitar el tráfico de armas de alto poder a México". Ese compromiso jamás aparece en los discursos y las órdenes ejecutivas firmadas por Trump; lógico que así sea porque sus partidarios rechazarían limitaciones en la posesión de armas de alto poder.
Lo sustantivo brota de la historia. Desde hace un siglo, una parte de las élites y de las sociedades de los dos países ha ido edificando una red de túneles en donde anidan y se reproducen los delitos y las impunidades. En archivos de los dos países hay millones de documentos que confirman la existencia de las telarañas tejidas por funcionarios, criminales, vendedores de armas, banqueros y demás actores. Va un ejemplo paradigmático.
En 1924 un semanario de Mexicali, El Monitor, acusó al gobernador del entonces territorio, general Abelardo L. Rodríguez, de ser un corrupto que lucraba con "el opio y la morfina". Don Abelardo enfureció y en un cabaret de la localidad le propinó una feroz golpiza al director del semanario, lo mandó al hospital y a la cárcel y silenció la publicación prohibiéndola por "contrarrevolucionaria". Para serenarse correteó "pistola en mano a una mujer de la vida alegre de nacionalidad norteamericana".
La jugosa crónica aparece en un informe del "agente especial" enviado por Gobernación para esclarecer los hechos. Pese a lo detallado de la evidencia ofrecida, Don Abelardo recibió la protección pública y privada del presidente Plutarco Elías Calles y de los funcionarios y empresarios estadounidenses que se beneficiaban de los múltiples negocios del general; algunos legales y otros posiblemente ilegales. Jamás fue investigado en México o Estados Unidos y llegó a ser presidente interino entre 1932 y 1934. Acumuló inmensa fortuna y escribió una autobiografía que publicó el Senado de la República.
Con estas historias se ilustra el pacto de impunidad, la alianza forjada en México y Estados Unidos. Es un cáncer que ha hecho metástasis y que afecta e infecta a todos los habitantes de la Cuenca del Caribe. Si los tumores primarios surgieron en Estados Unidos y México, es lógico que ambos encabecen la ofensiva en su contra.
La tesis de la responsabilidad compartida conduce a la parte sustantiva de las relaciones de seguridad disimulada tras la retórica hecha para los incondicionales. Es evidente la determinación en ambas cúpulas de seguridad de unirse contra los carteles.
Un indicador es el insistente llamado de nuestra presidenta a "trabajar en forma integral" por la seguridad con los "principios de responsabilidad compartida, confianza mutua, colaboración y, sobre todo, respeto a la soberanía". Otro sería el mesurado boletín del secretario de Defensa estadounidense en el que informaba sobre las conversaciones con los titulares de la Sedena y la Semar. Los tres, dice, "reafirmaron su compromiso de profundizar la cooperación bilateral entre nuestros ejércitos" y "acordaron [mantener] una estrecha comunicación y coordinación". Es un lenguaje soso y poco vistoso, pero de enorme trascendencia.
Va acorde con el mejor interés de gobiernos y sociedades de que se combata y contenga a las organizaciones criminales. Es igualmente urgente y prioritario que la presidenta Sheinbaum empiece a desanudar y romper los pactos entre las castas criminales y cúpulas políticas de todos los partidos. Uno de los nudos gordianos son los gobernadores. Rubén Rocha tiene que irse. Es insostenible.
A los ciudadanos nos queda hacer ejercicios de sano escepticismo que nos ayuden a separar la paja retórica del trigo fresco con que se amasa la responsabilidad compartida.
@sergioaguayo
Colaboró: Erika Giselle Delgadillo