La enfermiza obsesión de Donald Trump, Presidente de Estados Unidos de América, de imponer tarifas a las mercancías y productos terminados de México y Canadá, que entren a territorio estadounidense, como medida alternativa para resolver el problema migratorio es el reflejo de una inteligencia distorsionada e ignorante de la realidad sociopolítica internacional.
Aún y cuando el diccionario ofrece una definición seria y hasta elegante, aunque poco clara y peor entendible, considerándolo justo y necesario, al decir "tarifa oficial que determina los derechos que se han de pagar en varios ramos, como el de costas judiciales, aduanas, etc.", la realidad es que en la práctica comercial ordinaria, el arancel o aranceles equivale a una "mordida", si se plantea de la siguiente manera "te dejo que vendas tus productos en mi territorio si te mochas con una feria".
Trump, aparece entonces como un vulgar "mordelón", como un inspector de plazas y mercados que hostiga y asfixia a los mercaderes que luchan por colocar su mercancía para poder sobrevivir.
No se trata de impuestos, intereses u otros gravámenes similares que tengan su base en la ley, sino de una voz autoritaria que tiene como fuente la prepotencia que genera amenaza y miedo. "O detienes en tu frontera a las corrientes migratorias evitando que lleguen a Estados Unidos, o aplico el pago de una tarifa extra a tus productos de importación, que será del 25%". Y así como dijo 25, pudo haber dicho 40 o 50%.
El presidente norteamericano asegura que los aranceles son necesarios para proteger la industria de su país, pero también los utiliza como arma negociadora para retorcer el brazo de sus rivales, muchos de ellos países que hasta su llegada a la presidencia, eran considerados aliados y socios comerciales de EEUU.
Por cierto, Trump ha sido muy errático en sus anuncios. Un día impone un 25% de aranceles generales a los productos de México y, Canadá, por ejemplo, para retrasarlos luego durante un mes, volver a imponerlos y anunciar su suspensión de nuevo.Hay que decir, para hacer honor a la verdad que Claudia Sheinbaum respondió con dignidad, rechazando los aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, impuestos por Trump. "No es con la imposición de los aranceles como se resuelven los problemas, sino hablando y dialogando", dijo la presidenta de México.
Realmente, dada su condición de tipo convicto, confeso, procesado, sentenciado y hallado culpable de los delitos que le fueron imputados, Donald Trump, no debió ser ni candidato. Sin embargo, lo fue y triunfó; ahora aquí están las consecuencias, de las que México se verá seriamente afectado, por lo que cabe aplicar el viejo aforismo de Don Porfirio: "Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos".
Y con sarcasmo, se burla. Donald Trump dice que trafic (arancel) es su palabra favorita y desde que regresó a la Casa Blanca, no se habla de otra cosa, dicen la fuentes informativas.