Es la expresión generalizada de la población ante la creciente ola de violencia que azota a l país; alteración de la paz social y provocación del caos son el resultado de la violencia, que parece haber obtenido en México, carta de naturalización para quedarse como un fenómeno normal al que hay que acostumbrarse, a la que los diferentes estratos de la sociedad aceptan e incorporan, registrándola como formando parte de la existencia.
La gente está harta, hastiada, ahíta, hasta la madre, pues, de ver y padecer como se han extendido a lo largo y ancho de la Republica los escenarios violentos cuya causa principal es el crimen organizado que tiene como protagonistas a bandas de narcotraficantes, o sea los cárteles, que se disputan a sangre y fuego territorios, plazas y espacios estratégicos para comercializar su nociva mercancía.
Ciudades como Cuernavaca, Taxco, Jerez, San Miguel de Allende, Guanajuato, Zacatecas, entre otras muchas, hasta hace relativamente poco tiempo, eran tranquilas, seguras, a las que podía uno viajar a descansar, admirar sus museos y su arquitectura, disfrutar de sus espectáculos artísticos, gozar de su rica comida típica.
Hoy esto no esto no es posible porque esos centros vacacionales y turísticos han caído en las garras del hampa.
El filósofo alemán Emanuel Kant escribió el interesante ensayo “Metafísica de la s costumbres”, en el que aborda el tema de la unidad y la pluralidad, el caos y la paz social, entre otros asuntos igualmente importantes y trascendentes que afectan el desarrollo de las personas que viven en sociedad.
El fuego no se apaga con fuego, ni la ropa mojada se seca con agua. En un claro contrasentido, un grupo de mujeres realizó en la Ciudad de México una manifestación para protestar por la violencia contra la mujer, incurriendo en actos violentos y de vandalismo que desvirtuaron el objetivo de su protesta.
Debemos rechazar de manera contundente que sea esencia de los mexicanos tener que acostumbrarnos a vivir en un ambiente hostil, antagónico y de permanente confrontación y tengamos que aceptar la violencia como algo natural.
Los sociólogos al abordar el tema del origen de la sociedad, así como la justificación de su existencia, coinciden en señalar que la sociedad nace cuando el hombre valoró la conveniencia de vivir en grupo.
Aristóteles, John Locke, Montesquieu, Rousseau, Bodino y otros teóricos, aportan al estudio de la sociedad, la tesis de que ésta surge en el momento en que los hombres se percatan que no podrían vivir segregados o divididos.
Desde los tiempos del filósofo griego, se dijo que el hombre es un zoón politykon, un animal sociable por naturaleza. En determinada etapa de su historia los hombres renunciaron a su libertad individual y pactaron vivir en sociedad, celebrando un contrato social (Rousseau). ¿Y qué es la violencia? Destaca el concepto que la considera como el uso de La fuerza para hacer daño a alguien; la interferencia física que ejerce un individuo o un grupo de personas en el cuerpo de un tercero sin su consentimiento, acción que puede producir desde un rasguño, una fractura, la pérdida o lesión de un órgano o miembro, un ataque al corazón hasta la muerte misma.
Más dañina y dolorosa que la física es la violencia psicológica o moral que ejerce una persona sobre otra, torturándola, intimidándola con amenazas para que haga o deje de hacer algo, exigiéndole cantidades de dinero para no cumplir sus amenazas.
En su campaña como candidato, López Obrador afirmó reiteradamente, y tal vez ese ofrecimiento le significó el triunfo electoral, que él tenía la solución al problema de la violencia y su efecto inmediato que es la inseguridad. Pasó el sexenio completo y comenzó otro, y la violencia no sólo no ha desaparecido, sino que ha ido en aumento día con día amenazando con producir una psicosis social que atenta contra la base y esencia social: la familia.
Más allá de las causas inmediatas que la generan, debe prevalecer la voluntad política del Estado, y la decisión de poner fin a la violencia, en todas sus manifestaciones, tipos y características, pero por encima de todas, la de género. Respetemos y cuidemos a la mujer, pues en torno a ella se forma, organiza, desarrolla y educa el núcleo central de la sociedad, la familia. Si ésta se descompone viene en seguida el caos y luego la anarquía.