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Prerrequisito clave para enfrentar a Trump

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

Dos endebles argumentos, más bien pretextos, ha invocado Donald Trump para imponer mediante orden ejecutiva un arancel del 25 por ciento a todas las exportaciones de México hacia su país. Después de haber hecho Trump esta amenaza durante poco más de un mes, finalmente la hizo efectiva a partir del martes de la presente semana. Para empezar, se trata de una medida unilateral y arbitraria, violatoria de lo establecido en el tratado de libre comercio firmado por Canadá, Estados Unidos y nuestro país, conocido como el T-MEC.

Violatoria tal medida porque esa tarifa arancelaria no está prevista para ser aplicada a las exportaciones hacia EUA procedentes de México. Es un dato que se debe tener presente porque (casi) nadie, en el alud de comentarios que sobre este asunto ha habido en los últimos días, ha mencionado que el gobierno mexicano debe activar los mecanismos jurídicos de protección y defensa previstos por el propio T-MEC, por los daños que se causen a nuestro país. Sobre lo que más se ha escrito y opinado es sobre los aspectos políticos del diferendo.

Como es bien sabido, lo que Trump ha alegado una y otra vez para justificar su manotazo es que el gobierno de México no ha hecho lo suficiente para combatir el trasiego de drogas hacia su país, en especial de fentanilo, que cada año mata a decenas de miles de estadounidenses; y porque no ha sido eficaz en contener en nuestras fronteras la emigración ilegal hacia EUA.

A diferencia de lo ocurrido en el anterior periodo de Trump como presidente, es más que claro que ahora el énfasis mayor lo ha puesto en el aspecto relativo al trasiego de droga. Recuérdese que entonces, hace cuatro años, el acento lo puso en los migrantes, a grado tal que incurrió en la locura de prometer a sus electores construir un enorme muro a lo largo de los más de tres mil kilómetros de frontera que separan a su país del nuestro, para impedir la entrada de migrantes, amén de que dobló al gobierno de López Obrador al obligarlo a poner 22 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur de México, para mantener a los migrantes lo más alejados del territorio de EUA.

En esta ocasión, a diferencia de la anterior, no hay duda: la principal motivación de Trump para proceder como lo hace es lo relativo al trasiego de droga. Y más aún en este aspecto específico, es lo concerniente a los grupos de la delincuencia organizada que realizan tales actividades.

Y más concretamente al vínculo de éstos con el actual gobierno mexicano. Se ha conocido al menos un par de declaraciones oficiales del vecino país en ese sentido, en cuyo contenido no se ha reparado lo suficiente, porque es brutal.

Como se recordará, días después de que Trump juró como presidente, al anunciarse por primera vez la imposición del arancel de 25 por ciento, en un comunicado oficial la Casa Blanca declaró:

"Las organizaciones mexicanas de narcotráfico tienen una alianza intolerable con el gobierno mexicano. El gobierno mexicano ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y transporte de narcóticos… Esta alianza [del gobierno mexicano con el narcotráfico] pone en peligro la seguridad nacional (de Estados Unidos) y debemos erradicar -señaló la Casa Blanca- la influencia de estos peligrosos cárteles". En términos semejantes se expresa la misma denuncia en la orden ejecutiva para hacer efectivos los aranceles.

No deja de llamar la atención que una denuncia tan clara, directa y contundente del gobierno norteamericano con respecto al mexicano, en un asunto tan delicado, tan grave, haya sido soslayada por la comentocracia y no percibido en su real dimensión por importantes sectores de la opinión pública.

No hay ahora el espacio para mencionar en detalle la larga lista de indicios que confirman la denuncia hecha por Trump y su gobierno. Nadie puede ser tan inocente que desconozca los numerosos hechos que en tal sentido han dado a conocer los medios durante los últimos seis años. Esta tremenda realidad hace muy vulnerable al gobierno mexicano en cualquier negociación que emprenda con el norteamericano.

Por ello, si el oficialismo no da claras muestras de que realmente se ha deslindado de la delincuencia organizada y del aparente pacto que tiene con ésta, lo cual no le resultará nada fácil, carecerá de eficacia para negociar en los mejores términos con Trump, y también de autoridad moral para convocar a la unidad nacional.

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