Alo largo de los siglos la migración ha conformado comunidades, pueblos e imperios, se ha encargado en configurar las características nacionales de los países y contribuido sensiblemente al progreso humano.
Todos los pueblos desde los principios de la historia se han conformado con migraciones. Tribus, imperios y naciones se han conformado y evolucionado gracias a la influencia y a la retroalimentación de las migraciones.
La migración no es ciertamente un fenómeno nuevo. Desde la época bíblica, en las regiones del Valle del Ur, cuando emigraron las tribus originales de Israel, las migraciones han formado parte inevitable de la experiencia humana. Las migraciones europeas registradas a partir del Siglo XVI estuvieron marcadas por la búsqueda de mayores libertades y mejores condiciones de vida, y poco tienen que ver con la profundidad de la problemática que hoy en día atestiguamos.
La migración es una constante repetición del poder humano frente al reto y la sobrevivencia. Ha llegado incluso hasta el grado de formar nacionalidades propias, propiciando la creación de comunidades y pueblos enteramente nuevos y distintos de los que los fundaron, como de hecho ha sucedido en la conformación de Estados Unidos,m de Australia y también Nueva Zelanda, países siempre en evolución que se han hecho a básicamente con las migraciones.
Hay diferencias que surgen cuando comunidades enteras son expulsadas de sus pueblos y forzadas a emigrar por razones religiosas o políticas, obligándolos a refugiarse en tierras hostiles donde tienen que vivir aislados de las comunidades locales. Como es el caso del casi medio millón de rohingyas que fueron expulsados de Myanmar por razones religiosas. Bangladesh los acogió hace siete años bajo condiciones muy acotadas y sus libertades restringidas. Duele pensar que los niños rohingya les depara un futuro bastante lóbrego por su condición de apátridas.
Ejemplos hay muchos. Como los desplazados que huyen de los conflictos, de la guerra como la que se libra entre árabes y judíos, genéticamente parecidos pero polarizados por el antagonismo de sus convicciones religiosas . Pueblos que a menudo experimentan un trauma, no tienen activos y quedan en el limbo, terminando en destinos donde no hay oportunidades de trabajo. De acuerdo a Acnur, en 2024 los desplazados por la fuerza de las guerras constituyeron el 1,5% de la población mundial, cifra que se duplicó a la de hace una década.
Cada pueblo que emigra se lleva su historia, sus tradiciones y costumbres y adopta las del lugar a donde llega, ensanchando su visión para conformar una riqueza de modelos y valores socioculturales que trascienden estilos, modos y prácticas cotidianas. Las culturas se mezclan aportando nuevos modelos culturales que mucho aportan al progreso de la humanidad.
Hoy en día el fenómeno de la migración está generando situaciones inesperadas que requieren solución inmediata por parte de los gobiernos. En efecto, su reglamentación es inevitablemente un asunto que está ocupando los principios que han venido normando el comportamiento de las naciones. Los hechos hoy se transforman en conflictos internacionales que requieren como lo vemos en estos días, reuniones multinacionales para buscar soluciones urgentes.
En efecto, al ser un fenómeno que desborda los límites de las fronteras formales, la migración obliga soluciones antes inexistentes, transformándose en problemas que abarcan prácticamente todas las facetas de la sociedad. Los problemas humanos que la emigración masiva genera sobrepasan las jurisdicciones locales, obligando a delinear nuevas leyes para normar la vida y la convivencia cotidiana.
La gravedad que alcanzan los problemas bilaterales migratorios entre Estados Unidos y México no es sencilla. Contrasta incluso en que la inmigración es una condición necesaria para proporcionar el bienestar y el desarrollo del país receptor.
Desde su inicio los acuerdos laborales entre México y Canadá son un modelo de éxito que bien podrían replicarse en Estados Unidos para lograr el equilibrio regulado entre la demanda laboral estacional y la disponibilidad de mano de obra mexicana.
Hoy en día, cerrarse a la migración es aislarse del mundo. Construir muros es reflejo de soberbia y de cortedad de miras. Tampoco es válido ni honesto cerrar fronteras a la migración so pretexto de que las mafias se han apoderado de estos movimientos. La migración es el fenómeno del Siglo XXI y llegó para quedarse. Las negociaciones de buena fe son la única vía para evitar los dramas que ocasionan.
El equilibrio a que aspiran los pueblos puede llevarnos a ver a la migración como el instrumento más valioso para lograr la paz y el entendimiento mundial.