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En un contexto marcado por una intensa sequía, una creciente guerra comercial y las amenazas de nuevos aranceles por parte de Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, acusó el jueves a México de violar el Tratado de Aguas de 1944, generando tensión entre las naciones.
Claudia Sheinbaum prometió el viernes la "entrega inmediata" de agua a Texas tras los reclamos del mandatario estadounidense, Donald Trump, quien advirtió el jueves de sanciones a México por "violar" el Tratado de Aguas binacional.
Pero ¿de dónde surge esta situación?
¿Qué es el Tratado de Aguas?
Este tratado establece un acuerdo binacional para compartir las aguas de los ríos que cruzan la frontera entre ambos países, principalmente el Río Bravo.
Según lo pactado, Estados Unidos está obligado a entregar a México un promedio anual de 1,850 millones de metros cúbicos de agua procedente del río Colorado. A su vez, México debe entregar a Estados Unidos unos 2,158 millones de metros cúbicos de agua del Río Bravo en ciclos de cinco años.
El actual ciclo concluirá el 24 de octubre de 2025, y México deberá entregar no solo el volumen correspondiente al presente quinquenio, sino también una parte del adeudo acumulado del ciclo anterior, lo que intensifica la presión sobre las cuencas mexicanas.
Según detalla El País, de toda el agua disponible en la cuenca del Río Bravo, solo 432 millones de metros cúbicos están destinados a Estados Unidos, mientras que el resto beneficia a México. No obstante, cuando este tratado se firmó hace más de 80 años, no se previeron escenarios como el crecimiento poblacional desbordado ni las sequías prolongadas que afectan actualmente a ambos países.
De la guerra al Tratado de Aguas de 1944
La relación entre México y Estados Unidos ha estado marcada por conflictos, negociaciones y acuerdos históricos. Uno de los episodios más determinantes fue la intervención estadounidense de 1846-1848, conflicto que terminó con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Este acuerdo, además de poner fin a la guerra, obligó a México a ceder más de la mitad de su territorio a Estados Unidos, incluyendo California, Arizona, Nuevo México y Texas. Sin embargo, sus consecuencias se extendieron mucho más allá del siglo XIX.
La cesión territorial alteró de manera irreversible el acceso al agua en el norte de México. Ríos como el Bravo y el Colorado pasaron a ser cuerpos de agua compartidos, lo que a lo largo del tiempo generó disputas sobre su uso y distribución.
Según cita el historiador Evan Ward:
“Semanas después de iniciados los procesos de negociación para terminar con la ocupación estadounidense, los representantes de los gobiernos de México y Estados Unidos se reunieron en la villa de Guadalupe Hidalgo, cerca de la Ciudad de México, para acordar los nuevos límites entre los dos países y los términos de la separación de los territorios del norte de México. Se acordó que la nueva frontera se ubicara en los límites del río Bravo y se guiara por los ríos Gila y Colorado, y que el tránsito de embarcaciones y ciudadanos de ambas naciones fuera libre sobre esos cuerpos de agua, en la zona fronteriza. Sin embargo, la administración de las aguas de estos ríos no fue relevante y no se consideró ni en las negociaciones, ni en el Tratado que derivó de éstas, conocido como Tratado de Guadalupe Hidalgo —la zona donde se habían decidido los nuevos límites estaba habitada principalmente por poblaciones poco numerosas". (Los ríos y la complejidad asimetría)
Entre 1880 y 1905, la zona del río Colorado recibió flujos constantes de nuevos pobladores en el territorio de Estados Unidos.
Según Evan Ward, después de 1905, la zona fronteriza tuvo un auge agrícola con diversos conflictos entre productores que intentaron desviar el cause del río. Acuerdos que fueron rotos por el uso del agua, este periodo se extendió hasta 1929, cuando el gobierno de Estados Unidos hizo una primera oferta.
¿Cómo se llegó al Tratado de aguas de 1944?
"Durante quince años, se encontraron las propuestas y los intereses de ambos países en el proceso que llevaría al Tratado de Aguas de 1944. En las primeras negociaciones en 1929, el gobierno mexicano demandó 3.6 millones de acres-pie anuales de las aguas del río Colorado; en cambio, Estados Unidos, ofreció los 750 000 acres-pie anuales que México utilizaba en ese tiempo.
Para inicios de la década de 1940, la parte del flujo del Colorado que exigían las autoridades mexicanas se había reducido a 2 millones de acres-pie anuales y los funcionarios del Departamento de Estado habían acordado con los representantes de cinco de los estados involucrados ofrecer como máximo 1.5 millones de acres-pie anuales, en lo que se denominó la “fórmula de Santa Fe” —a la cual California se opuso. Con cada año que pasaba, el uso del flujo del Colorado aumentaba en México.
Para 1942, debido a la Segunda Guerra Mundial, el uso en México de las aguas del río Colorado había alcanzado 1.8 millones de acres-pie anuales, pues el flujo desde Estados Unidos había aumentado para abastecer de agua suficiente la Presa Hoover, que necesitaba de fuerza hídrica para mover los generadores que abastecían de energía a parte de la costa oeste estadounidense.
En 1943, la última etapa de negociaciones previas a la firma de un acuerdo definitivo se llevó a cabo en la Ciudad de México. Aunque, en un inicio, los diplomáticos estadounidenses habían ofrecido 1.15 millones de acres-pie de las aguas del río Colorado, las pláticas entre los representantes lograron aumentar esa cantidad” (Los ríos y la complejidad asimetría)
Fue en ese contexto histórico que, casi un siglo después de la intervención, ambos países firmaron el Tratado de Aguas de 1944 para regular el uso binacional de estos ríos fronterizos.
El tratado establece que México debe entregar a Estados Unidos 2,158 millones de metros cúbicos de agua cada cinco años del Río Bravo, mientras que Estados Unidos está obligado a enviar anualmente 1,850 millones de metros cúbicos del Río Colorado a México. Este acuerdo fue negociado tras décadas de tensiones hídricas, especialmente durante el crecimiento agrícola de ambos países en el siglo XX.