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Una Película de Minecraft

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HUGO J. CASTRO

Una nueva película sobre un videojuego, ¡qué novedad!, pero no cualquier videojuego, sino el más vendido en la historia, el que se ha extendido que se calcula que este mundo sin límites mide siete veces el tamaño de la Tierra, el que ha generado una comunidad fiel y multidiversa, el que ha sido jugado por ingenieros, arquitectos, streamers, youtubers, influencers y personas que simplemente han encontrado en este título un espacio para generar algo que ya en pocas instituciones se valora: la creatividad.

Esta experiencia de simulación de libertad creativa en 8 bits (o más) ha marcado a varias generaciones, de tal manera que llevar este mundo al cine no era fácil, no solo para dejar conformes a la legión exigente de seguidores (recuerden la reacción de “qué demonios” al ver el primer tráiler de esta, el cual muchos empezaron a cancelar por el aspecto de la oveja rosa), sino qué rumbo tomaría esta historia de origen que ya se ha contado en otras historias o bien ha sido relatada en cientos de videos en YouTube (recuerden cómo se cuenta una y otra vez la terrible forma en como Bruce Wayne se hace huérfano en todas las versiones de Batman u otros superhéroes).

Pero Mojang Studio, desarrolladores de este universo pixeleado, optó por hacer una reverencia al amor de cada uno de sus fanáticos, no dándoles una historia totalmente lógica (no sería Minecraft), al contrario, dándose licencias totalmente de generar, como lo ha hecho cada jugador, una historia propia, que para algunos serán absurdos.

Al acompañar a mis hijos (mi chico adolescente y mi pequeña entrando a la pubertad), me sorprendió la emoción que les generó la primera escena, cuando se va cargando el mundo de Minecraft porque así fue su experiencia de entrar a este mundo virtual, para vivir cientos de aventuras, para ser testigo de momentos que se han transmitido por twitch o se los han compartido en las diferentes redes sociales. Pero así es como se da un primer bocado al “fan service”, lo que llevaría a pensar que solo aquellos que han jugado serán quienes entiendan las referencias, pero curiosamente cada uno de los personajes cubrirá vivencias de cada generación que llega a las salas.

Obvio que Steve (Jack Black) es el protagonista de la historia y del videojuego, pero representa también aquellas personas que disfrutaba jugar en cualquier espacio público o privado, la calle, la fábrica, la mina, el bosque, cualquier espacio que no fueran los cuatro muros del hogar era escenario para cualquier aventura. Mientras que Garrett Garrison o el Hombre Basura (Jason Momoa) es el digno “heredero” de las glorias de la Generación X, quienes fueron los primeros que tuvieron contacto con el mundo de los videojuegos (o electropoing como se les conocía en La Laguna).

Dawn (Danielle Brooks), la arrendadora inmobiliaria y encargada de un zoológico portátil en Chuglass, es en esencia una Millenial, que tiene que buscar varios trabajos para sobrevivir. En tanto Natalie (Emma Myers) es una Centennial que tendrá que proteger a su hermano Henry (Sebastian Eugene Hansen, quien con su sudadera roja nos hace referencia a Henry Thomas, quien saltó a la fama como Elliot en ET), el cual si ha tenido contacto con los videojuegos, pero ya no en maquinitas o consolas, sino en gadgets como tablets o smartphones, los nuevos jugadores nacidos de 2010 en adelante.

Pero sin duda el tema más relevante, además de las generaciones representadas, es como la idea de la creatividad no es solo como el motivo para desarrollar y mejorar el entorno de cada “bioma” o escenario en este mundo, sino que funge como el motor que puede llevarnos lejos o solo una capacidad que se irá atrofiando con el tiempo debido a que apostar por esta, en un mundo que necesita resultados tangibles y económicos, no hay espacio para generar soluciones o mostrar nuevos caminos, porque cada uno tiene un cerebro que se adapta a una sola forma de desarrollarse, cuando en realidad al ser creativo pones todas las formas posibles de nuestro pensar en función de romper con las barreras que las personas nos hemos impuesto.

Esta razón hace que la creatividad no solo quede en el discurso visual, sino que pase a la experiencia del espectador. Por ello, en algunas salas se han dado manifestaciones de júbilo cuando Jack Black dice “Yo soy Steve” o bien cuando hace su aparición el “Jockey Chicken”. Es obvio que para muchos asistentes esto puede ser considerado una molesta manifestación fuera de toda proporción, algo que no debería de pasar porque ya se pagó un boleto, pero en esta ocasión es conectar con un público que ya no está acostumbrado a reprimir su emoción, sino a que salga esta. Si bien es cierto que debe de haber un respeto para los demás, sin duda este tipo de respuesta hace que sintamos que la experiencia cinematográfica ya no solo es permanecer sentada/o, sino verdaderamente gritar o saltar.

Una Película de Minecraft trae el sello de su director Jared Hess, director de la joya independiente Napoleon Dynamite y el homenaje a la iconografía de la lucha libre y de los 70’s en nuestro país llamada Nacho Libre (y que tuvo a Jack Black como protagonista), es decir una comedia que no busca ser pretenciosa, solo divertir.

Esta película es una experiencia que te lleva a disfrutar un momento con la familia, para atesorar un vínculo que no habías vivido, el ver que los tuyos pueden crecer y ser mejores en mundo que uno también está invitado a descubrir.

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