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Redes cómplices

SERGIO AGUAYO

Es alentador que el gobierno capitalino haya decidido priorizar la búsqueda de personas desaparecidas; entre 2023 y 2024 su número aumentó un 98% en la CdMx. Uno de los factores que podrían estar tras esta epidemia es que las organizaciones criminales utilizan las redes sociales para reclutar adolescentes mexicanos y migrantes.

El 23 de enero pasado la jefa de Gobierno Clara Brugada anunció la creación del "Gabinete de Coordinación Interinstitucional para la Búsqueda de Personas Desaparecidas". Su principal objetivo es "fortalecer esfuerzos de localización" de quienes han desaparecido. Es una decisión acertada porque como decía en el párrafo anterior, en la capital las cifras casi se duplicaron: si en 2023 desaparecieron 856 personas, en 2024 subieron a 1,697.

Una de las mejores especialistas en este tema, la doctora Elena Azaola del CIESAS, ha seguido con atención este asunto. Durante una conversación telefónica me dio algunas de las razones por las que lo considera un esfuerzo serio que debe apoyarse. A reserva de que regrese a esta iniciativa, sugiero fortalecer la prevención para evitar que desaparezcan.

Uno de los grupos más vulnerables es el de los adolescentes mexicanos y migrantes. Una cuarta parte de quienes desaparecen en la CdMx tienen entre 15 y 19 años, y en esa edad se utilizan intensivamente redes sociales como TikTok donde circulan libremente invitaciones a sumarse a organizaciones criminales.

A finales de enero me encontré en esa plataforma con una cuenta cuyo nombre prefiero mantener en el anonimato. Tiene meses difundiendo mensajes como el que a continuación describo. Con el trasfondo de una música pegajosa en la que el cantante presume de que "firmé con el diablo"aparece un joven adolescente que apoya su brazo izquierdo en una camioneta nueva de gama alta. Se sugiere que es de su propiedad. En la parte superior destaca una frase redactada en tipografía de mayor tamaño: "Ocupo personal realmente interesado no preguntones que no saben lo que es lealtad." Está firmado por "las 4 …" pero en lugar de letras que remiten a uno de los cárteles, aparecen cuatro imágenes: una bandera mexicana, la cara de un muñeco encapuchado, una diana de las utilizadas en campos de tiro y una bolsa con el signo de dinero. Tenía centenares de comentarios y de "me gusta". En esta misma red social también circulan videos pensados para los jóvenes migrantes que están en México como país de tránsito o destino. Desconocemos cuántos adolescentes mexicanos o migrantes se convirtieron en sicarios, cuántos cayeron en algún enfrentamiento, cuántos engrosaron las listas de desaparecidos.

Lo visto me permite inferir que las organizaciones criminales buscan jóvenes reclutas a quienes dotan de las armas de alto calibre adquiridas libremente en Estados Unidos, un país que se interesa muy poco en la exportación ilegal de armas a México.

No estamos, insisto, ante un caso aislado, sino ante un patrón consistente y en aumento porque, de acuerdo con diversos medios de comunicación, el reclutamiento de adolescentes para el sicariato o la prostitución también se da en otras redes sociales que, bajo el pretexto de la libertad de expresión, olvidan cualquier responsabilidad social para maximizar ganancias.

Inevitable pensar en la paradoja de que la administración Trump declare la guerra a muerte a los cárteles mexicanos que invierten parte de sus ganancias en las redes de las grandes tecnológicas que están respaldando al nuevo presidente estadounidense. Es igualmente inaceptable la pasividad e ineficacia mostrada por las policías cibernéticas gubernamentales ante la complicidad de las redes que, posiblemente, influye en el incremento de las desapariciones.

De acuerdo con cálculos hechos por la organización civil A dónde van los desaparecidos, en los primeros 100 días del gobierno de Claudia Sheinbaum hubo un promedio de 40 desapariciones cada 24 horas; un aumento del 60% en relación con el anterior sexenio en el que el promedio diario fue de 25 víctimas.

Ante la magnitud de la tragedia es imposible condonar la complicidad de las grandes tecnologías o la pasividad de nuestras autoridades ante un hecho demostrable: las organizaciones criminales reclutan a nuestros jóvenes en redes sociales y muchos de ellos mueren o desaparecen en México y otros países de América Latina.

Comentaré esta columna en mi canal de You Tube.

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